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La tenue frontera entre publicidad y provocación

La publicidad sobrepasa en muchas ocasiones esa línea entre lo erótico y lo obsceno; lo sugerente y lo inapropiado; lo provocativo y lo cruel. En un negocio en el que el camino creativo pasa comúnmente por el escándalo, bien es sabido que el impacto multiplica el negocio, aun asumiendo el riesgo de la censura

"Crear una Lolita contemporánea". Ese era el objetivo de Marc Jacobs con una dulce Dakota Fanning sujetando un frasco del perfume 'Oh Lola' entre sus piernas. Una declaración de intenciones que ha explotado en sus manos, tal y como ocurrió en su momento con la original "nínfula" prepúber de Nabokov. La Advertising Standards Authority británica ha retirado dicha campaña por considerar que "sexualiza" a los niños, y no podrá verse en Reino Unido.

El censurado cartel de Gucci con dos jóvenes en explícita postura sexua

El censurado cartel de Gucci con dos jóvenes en explícita postura sexua

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La provocación ha sido desde siempre un arma de doble filo en las campañas publicitarias, con el italiano Olivero Toscani como abanderado de esa corriente en los anuncios de grandes firmas. Durante dieciocho años fue el responsable de las campañas de la firma Benetton. A los coloristas cuadros multirraciales le sucedieron soldados sujetando un fémur humano, moribundos de sida, caballos copulando, la amarga tragedia de Albania o retratos de condenados a muerte.

"No soy un terrorista, sino un subversivo de la publicidad", ha manifestado en varias ocasiones Toscani. Para el diario vaticano L'Osservatore Romano lo suyo es "terrorismo de imagen". Por su perturbadora lente pasó también el cuerpo esquelético de la modelo Isabelle Caro, fallecida el pasado noviembre de anorexia. Italia prohibía la campaña publicitaria pese a que, según el artista, el objetivo era precisamente concienciar a la gente de las consecuencias de los trastornos alimenticios.

El reclamo erótico

"La pornografía vende imagen. La calidad vende ropa", anuncia una postal promocional de la agencia publicitaria Thieves. Que el sexo vende no es ningún secreto. El erotismo ha sido el más frecuente vehículo de los creativos, no exento de polémica. Los ejemplos son innumerables: desde una mujer bebiendo leche directamente de la ubre de una vaca de la marca Sisley; pasando por el censurado cartel de Gucci con dos jóvenes en explícita postura sexual; por otro de Yves Sant Laurent promocionando la fragancia "M7" en la que se podía ver al ex campeón de artes marciales, Samuel de Cubber, completamente desnudo; o el censurado anuncio de Opium, también de YSL, en el que se mostraba a Sophie Dahl tumbada sobre terciopelo con unas sandalias doradas, un collar y una pulsera -sólo eso-.

En 2007 el Instituto de la Mujer español obligó a Dolce & Gabbana a retirar un anuncio por "atentar contra los derechos de las mujeres y denigrar su imagen", en un cartel en el que mostraba a una mujer en actitud de sometimiento frente a varios hombres. La firma contraatacó convirtiendo al hombre en objeto, entre mujeres blandiendo látigos y tacones vertiginosos.

En la lista de los políticamente incorrectos está el caso del operador alemán, L'tur, que usaba hace semanas una de las fotografías de recién casados de los duques de Alba como reclamo para fomentar el turismo a Ibiza. ¿Inofensivo? No tanto si tenemos en cuenta que la imagen iba acompañada del siguiente mensaje: "¿Su novia es vieja? Váyase". Ni la realeza se ha librado de las garras publicitarias. La agencia de contactos Ashley Madison.com lanzó en julio una polémica campaña en la que imputaba infidelidades al rey Juan Carlos, en compañía de Carlos de Inglaterra y Bill Clinton. El anuncio fue pertinentemente retirado.

 
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