Un año sin Enrique Morente

Enrique Morente fallecía en una clínica madrileña el 13 de diciembre de 2010 de un cáncer de esófago. Un año después de su muerte el flamenco sigue de luto.

"Mi padre era un Picasso, un Goya, un Mozart", comentaba una emocionada Estrella Morente en el Festival de Málaga durante la presentación de Morente, el documental sobre su padre que se terminó de rodar diez días antes de su muerte. Las palabras de Estrella no son de admiración filial, no únicamente, son el reconocimiento de una seguidora, de una pasión que va más allá de los lazos familiares. La importancia de la obra de Enrique Morente es incuestionable, solamente el tiempo pondrá en su lugar el legado de este genial artista, de este Picasso, de este Goya, de este Mozart del flamenco.

Morente fue uno de los máximos responsables de la renovación del cante, fue un hombre sin miedo a tomar direcciones desconocidas, no siempre reconocidas por los más apegados a la tradición. No le tembló la voz a la hora de acercarse al rock junto a Lagartija Nick en el brillante Omega, tampoco le intimidó subirse a las tablas junto a Leonard Cohen o Sonic Youth, ni adaptar al flamenco a poetas tan aplaudidos como Miguel Hernández, García Lorca, los hermanos Machado, Lope de Vega, San Juan de la Cruz, Alberti o Hierro. Pero Enrique siempre quería ir más allá, encontrar nuevos rincones donde el flamenco bailará con primos lejanos, visitantes exóticos o amigos reencontrados. "El arte no debe tener fronteras y el flamenco es una música viva, muy de hoy y que puede perfectamente entroncar con cualquier otros instrumentos del mundo", insistía Morente cada vez que tenía ocasión de defender sus intenciones.

''Hoy hago bien las cosas con las que soñaba hace diez años''

Pero Morente no avanzaba por casualidad, su obsesión por mejorar, por encauzar su obra, fue el motor que le llevó a trabajar más y mejor cada día. "Tengo una autocrítica muy dura. Terrible. La peor. Siempre estoy enfadado conmigo mismo. Uno no hace lo que quiere como uno quiere. Hoy hago bien las cosas con las que soñaba hace diez años. Soy el Morente que hace diez años quería ser. No soy el Morente de hoy día", apuntaba en una entrevista en los años noventa.

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Hace un año se conocía la noticia de su adiós, una muerte rodeada de polémica que enfrentó a los familiares con los médicos de la clínica madrileña donde falleció tras ser intervenido. Enrique Morente fallecía a los 68 años de un cáncer de esófago con metástasis. La triste noticia conmovió al mundo del arte y sacudió los cimientos del flamenco. Los que se pasaron la vida criticándole se rendían ahora a su obra.

"Enrique arriesgaba y se lo jugaba todo cada noche porque era un innovador, iba por delante del resto. Su flamenco era abierto, renovador... y a mí me encantaba que fuera así. Pero se llevó por eso muchos palos, demasiados. Hubo un tiempo en el que iba a los festivales de Andalucía y le silbaban, no le dejaban siquiera trabajar. Yo le he visto llorar cuando por las mañanas me enseñaba destrozado las críticas que se publicaban", escribía José Mercé en el diario 'El País'. "Su luto irreparable e inconsolable le va a durar al flamenco generaciones", explicaba un apenado Joaquín Sabina.

El Ayuntamiento de Granada decretó tres días de luto por la muerte de Enrique Morente, su cuerpo llegó a la ciudad que le vio la nacer con un pueblo roto de tristeza. Luis García Montero diría en su funeral: "Enrique, qué difícil despedirse de ti, las palabras no son suficientes, no es posible nombrar el vacío, la desolación. Has muerto lleno de vida, de fuerza, siendo manantial". La ciudad se rindió a sus pies, el barrio del Albaicín no fue menos, cientos de vecinos acompañaron el cuerpo de cantaor al cementerio de San José, donde descansan sus restos a la espera de que el tiempo le eleve a los altares del arte que tanto empeñó puso en renovar.

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