Una batalla cainita en el PSOE andaluz
El análisis de Diego Suárez, director de contenidos de la SER en Andalucía
Si es aplicable a la ley de Murphy el axioma de que todo lo que puede salir mal saldrá mal, los socialistas andaluces parecen andar envueltos en este infortunio sin capacidad de recomponerse del mal que les atenaza.
El PSOE andaluz se ha roto a poco más de un mes de unas elecciones cruciales, en las que se juegan mantener un poder ejercido durante 30 años. Y esa fractura se ha hecho evidente hasta en dos ocasiones en sólo una semana: Griñán quería un congreso en Sevilla antes de las elecciones para relanzar su candidatura y el resultado ha sido justamente el contrario: un PSOE dividido, enfrentado... más debilitado.
La dimisión del líder del PSOE de Sevilla, el pulmón del PSOE andaluz, denunciando vetos e injerencias de la dirección regional, da la medida de la gravedad de una crisis en la que la Ejecutiva Federal tiene escaso margen de intervención. Podría ser peor el remedio que la enfermedad en plena precampaña electoral.
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El caso es que hoy, los socialistas andaluces, en lugar de aprovechar electoralmente la munición de calibre grueso que les brinda el Gobierno del PP con su reforma laboral o de sacar pecho porque la sanidad publica andaluza está a la vanguardia de la selección genética, siguen enfrascados en una batalla cainita que la ejecutiva federal no podrá resolver antes de las elecciones aunque quisiera. Porque antes hay un objetivo común más urgente, ganar las elecciones en Andalucía. O tal y como pintan las encuestas, por lo menos intentarlo.
Diego Suárez
Director de Contenidos de la SER en Andalucía.