Puede ser solo el principio
El análisis del Emilio de la Peña, jefe de Economía de la SER
Las huelgas generales tienen una doble condición. Por una parte son contundentes si consiguen su objetivo. Pero por otra son fugaces. Suelen convocarse para un día nada más, y eso le otorga un punto de debilidad.
El Gobierno puede aguantar el chaparrón y esperar que pase. Es, por ejemplo, lo que deseaba el presidente de la patronal, CEOE: "Olvidarnos cuanto antes de la huelga decía", Rosell. Y es lo que ha ocurrido en alguna ocasión. La huelga era una culminación. Se llegaba hasta ahí y punto.
A diferencia de otras huelgas generales, la de este jueves no se ha gestado así. Ha sido el principio de una respuesta contundente y los sindicatos han advertido que esto va a seguir si el Gobierno no se aviene a negociar.
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Visto así, la huelga general y las manifestaciones de este jueves, secundadas masivamente, no serán sino el principio de un conflicto, porque el Gobierno ya ha dicho que no va a modificar ni un ápice la reforma laboral. Solo una mejora clara de la situación económica y una reducción del paro podría servir al Gobierno para justificar su durísima reforma. Y la mejoría no se ve ni a lo lejos.