Una cosa es predicar y otra dar trigo
Mariano Rajoy está aprendiendo que una cosa es predicar y otra dar trigo. En su discurso de investidura Rajoy prometió no mencionar la herencia recibida ni mirar hacia atrás. Este lunes ha vuelto a repetir que la situación es muy difícil porque es muy duro lo que dejaron los socialistas.
"Estamos tomando medidas que no nos gustan, pero no tenemos alternativa", ha explicado Rajoy, en un reconocimiento implícito de que en materia económica las decisiones se toman desde Bruselas. Cuando en la oposición acusaba a Zapatero de hacer lo que le dictaban desde fuera.
Lejos quedan las afirmaciones del ministro de Economía, Luis de Guindos, de que solo con que el PP llegara al Gobierno la prima de riesgo se reduciría a la mitad. Hoy el diferencial de riesgo con el bono alemán sigue por encima de los 350 puntos.
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Cien días después de llegar al Gobierno, Rajoy, al igual que Zapatero, empieza a admitir que su única prioridad es evitar la intervención de España. En campaña electoral prometió no abaratar el despido, ni subir los impuestos ni aplicar amnistías fiscales. En los tres casos Rajoy incumplió su palabra.
No es extraño, pues, que el Gobierno popular esté sufriendo un desgaste acelerado. Que perdiera más de 400.000 votos en Andalucía respecto a las generales, o que cientos de miles de españoles salieran a las calles el pasado 29 de marzo a protestar por su reforma laboral.
A pesar de todo, en su intervención en abierto a los ciudadanos, a Rajoy no se le ha escuchado hoy ninguna autocrítica.