Un sueño olímpico que muere en patera
Samia Yusuf Omar murió este verano en una patera que intentaba llegar desde Libia hasta la costa italiana
Una historia olímpica que a diferencia de la mayoría, no tiene un final feliz. Es probable que no recuerden su nombre pero a lo mejor sí les suena su historia. Una historia que hoy ocupa las primeras páginas de los medios de comunicación italianos.
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En 2008 y con apenas 17 años, la joven atleta somalí Samia Yusuf Omar desembarcó en los Juegos Olímpicos de Pekín para cumplir un sueño: correr los 200 metros lisos en una cita olímpica. Un momento que duró 32 segundos, pero que conmovió al mundo. Llegó la última, pero fue el reflejo más sincero del lema de los Juegos Olímpicos: "lo importante no es ganar, sino participar". El público del Estadio Olímpico de Pekín rompió en aplausos para acompañar su llegada en solitario a la meta, 10 segundos por detrás de sus compañeras.
Para esta joven atleta la experiencia olímpica marcó un antes y un después. "Ha sido una experiencia bellísima, he llevado la bandera de mi país y he desfilado con miles de atletas del mundo entero", contaba entusiasmada al regresar a su casa tras los Juegos. Durante tres años, su ilusión y devoción por el deporte, la animaron a seguir entrenando en el destartalado estadio de Mogadiscio con un único objetivo en mente: Londres 2012.
Un objetivo que no logró alcanzar. Samia murió este verano en una patera que intentaba llegar desde Libia hasta la costa italiana. Una patera en la que se embarcó en busca de un sueño, y de una nueva vida, alejada de las guerras y de la precariedad de Somalia para poder seguir con una prometedora carrera deportiva que se le antojaba imposible ante la falta de fondos de su país.
"Los supervivientes del viaje comunicaron la lista de personas que habían fallecido durante la travesía y allí estaba su nombre (...). Nos quedamos helados. Sabíamos que el viaje hacia Occidente era peligroso pero no nos podíamos imaginar que ella sería una de sus víctimas", relataba su entrenador, Mustafa Abdelaziz, a los periodistas del Corriere della Sera.
Samia nació en 1991, hija de una frutera de Mogadiscio, perdió a su padre en uno de los numerosos conflictos que asolan el cuerno de África. Una vida marcada por la tragedia que la joven siempre inentó sacar adelante con fuerza e ilusión. Las mismas que la llevaron a embarcarse en un cayuco hacia otra vida que nunca llegó a puerto
El 'Cuerno de África' vuelve a gritar ¡Ayuda!
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