David Ferrer salda en París su deuda con el tenis
El jugador alicantino hizo valer su papel de favorito y no se dejo sorprender (6-4/6-3) por el sensacional Jerzy Janowicz. Ferrer consigue así por fin el merecido premio a una carrera ejemplar
Ferrer se convirtie en el primer español en hacerse con este torneo, después de los intentos de Andrés Gimeno en 1972, Sergio Casal en 1986 y Rafael Nadal en 2007
En la pista se escucha un murmullo. Las televisiones y toda la atención se centra en el espigado polaco y en el contador de velocidad que hay a su espalda. 242 kilómetros por hora marca. Frente a él, una gacela con una raqueta se afana en adivinar adónde van esos saques.
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Ese es David Ferrer. Un jugador hasta hoy siempre apartado de levantar grandes torneos. El de Jávea esperó paciente durante el primer set a una oportunidad que sabía que llegaría. En sus servicios los peloteos eran largos, trabajados, mascullados hasta que el jugador polaco se desesperara.
Con 4-4 el centroeuropeo mostró sus zarpas flirteando con la rotura, poniendo a Ferrer contra las cuerdas, pero el español las salvó con solvencia y sobre todo, con un saque que a sus 30 años sigue mejorando. Ahí residió la diferencia. Donde David salvó la situación, en el siguiente juego la inexperiencia pesó mucho en las piernas del novato Janowicz.
Ferru estaba más cerca que nunca de ese sueño. La segunda manga despertó sin embargo el carácter competitivo del polaco, que durante los primeros juegos volvió a enseñar ese diamante sin pulir que lleva dentro. A los saquetazos le sucedían reveses lacerantes y suaves dejadas, aunque estas no siempre bien elegidas.
Empujado por la grada, volcada tras haber encontrado un nuevo héroe, Jerzy consiguió quebrar a David. Fue el momento más delicado para el español, que echó un ojo a su palco y encontró esa mirada de confianza y aprobación. Sin dejar que Janowicz despegara en el marcador, Ferrer puso los dos pies sobre la línea de fondo para restar los misiles. Arriesgó, se metió en la pista, no titubeó y volvió a equilibrar el partido.
No fue un partido demasiado vistoso ni de mucho ritmo, pero sí cargado de estrategia. Ese 'contrabreak' terminó de resquebrajar la moral del jugador de Lodz, que se desesperó ante la solidez de Ferrer. Perdió confianza en su saque y en la elección de sus golpes, cometió dobles faltas, y ahí David cerró su partido.
El golpe de Jerzy se marchó un par de palmos de largo y Ferru se dejó caer, incrédulo por haberlo logrado al fin. Una victoria que supone el reconocimiento a una carrera cimentada en el trabajo para un tenista que acumula más victorias y torneos que nadie en 2012. Una victoria que salda parte de la deuda que el tenis tenía con un jugador admirable.
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