El Barcelona conquista Moscú y pasa a octavos de final de la Champions
El Barcelona se clasificó este martes para los octavos de final de la Liga de Campeones al derrotar con suma facilidad (0-3) al Spartak Moscú del español Unai Emery con un doblete del argentino Leo Messi
Además del resultado, que hace olvidar la inesperada derrota ante el Celtic, Messi siguió agrandando su leyenda al acercarse aún más al récord de goles en un año que ostenta desde 1972 el alemán Gerd "Torpedo" Muller con 85 tantos.
Messi suma ya 80, por lo que le faltan únicamente cinco goles y nueve partidos oficiales en 2012 para igualar la cifra del futbolista teutón. La resistencia del Spartak de Emery, que entregó la manija al español José Manuel Jurado y cometió la osadía de salir de inicio con dos delanteros, duró únicamente lo que tardó el Barça en marcar el primer gol.
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El técnico del equipo español, Tito Vilanova, apostó por vez primera en la Liga de Campeones por poner de inicio a "la troika de bajitos" -Xavi, Iniesta y Cesc-, acompañados por el reaparecido Busquets, que regresó tras su sanción.
Mientras, el gran capitán, Puyol, se quedó en el banquillo, al igual que Villa, en un partido que se disputó en un césped artificial y con una temperatura que rondó los cero grados y fue llevadera para los jugadores barcelonistas.
El escenario era inmejorable, ya que el estadio olímpico Luzhnikí presentó la mejor entrada (más de 70.000 espectadores) desde la primera final inglesa de la historia del torneo disputada en 2008 entre el Manchester United de Cristiano Ronaldo y el Chelsea, que se llevó el primero en la ruleta rusa de los penaltis.
En los primeros minutos los rusos salieron a morder y realizaron varias incursiones con cierto peligro, aunque no llegaron a incordiar a Valdés. No obstante, Pedrito tuvo en sus botas el primer gol del partido al recibir en el área grande un pase medido de Xavi, pero su disparo fue despejado ágilmente por el portero local, Dykan (m.12).
Al cuarto de hora apareció Messi, hasta entonces bien controlado por la defensa local, que se internó hasta el corazón del área y cuando se disponía a disparar, el balón fue despejado in extremis por la defensa. El rechace fue aprovechado por Alves para marcar desde fuera del área el primer gol del partido con un disparo duro, raso y pegado al poste derecho ante el que nada pudo hacer Dykan.(m.16).
Tras unos minutos aturdido por el gol, el Spartak no se rindió y siguió atacando y así el defensa checo Suhi, que acompañaba una jugada de ataque, desaprovechó una inmejorable ocasión al disparar fuera cuando se encontraba solo en el área.
No se había llegado a la media hora y el Barcelona cerró el partido con un nuevo gol... de Messi (m.27). Fue un contraataque conducido por Iniesta, cuyo disparo fue despejado en una nueva gran parada por Dykan, pero el rechace fue aprovechado por el astro argentino para marcar el segundo gol. Ahí se acabó la oposición de los locales, cuyo técnico, que no pudo superar su mala racha ante el Barcelona, al que no ha ganado en toda su carrera como técnico, asistía en la banda impertérrito a la lección de fútbol de su rival.
El Barça pudo aumentar la cuenta en una polémica jugada en la que Pedro fue derribado dentro del área por Dykan, pero el árbitro optó por amonestar al jugador visitante supuestamente por simular.
Messi cerró la escabechina del primer tiempo al quedarse solo ante el portero, regatearlo como si estuviera en el patio de su casa y marcar a puerta vacía (m.39) tras un magnífico pase de Pedro. Aunque la afición rusa no paraba de animar, la sensación era que si el equipo español apretaba el acelerador podía marcar un saco de goles, tal era la impotencia del Spartak.
El resto del partido fue un querer y no poder del Spartak, mientras que el Barça se dedicó a lo que mejor sabe: a tocar y dosificar. La única incógnita de la segunda parte fue si Messi marcaría un ''hat trick'' y se llevaría el balón casa como regalo para su recién nacido hijo, y a fe que lo intentó, aunque sin suerte.
El próximo partido del equipo barcelonista será un mero trámite, como ansiaba Vilanova, cuyo equipo parece destinado a cerrar el año como líder indiscutible en España y en Europa.
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