Fernando Alonso: de la angustia a la gloria (y viceversa) en Brasil

En las diez ocasiones en las que Fernando Alonso ha disputado un Gran Premio de Brasil de Fórmula 1, el piloto español ha experimentado todo tipo de sensaciones. Y aunque nunca ha ganado esta carrera, la mayoría de ellas son buenas.

Interlagos fue el escenario en el que se proclamó campeón del mundo por primera vez en 2005 ganando definitivamente su pulso a Kimi Raikkonen a falta de dos carreras -Japón y China- para la conclusión del Mundial. Y allí mismo volvió a tocar el cielo cuando salió victorioso de su duelo con Michael Schumacher por el título de 2006.

Ganar dos títulos en un mismo país resta algo de importancia al hecho de que el español nunca haya conseguido ganar su gran premio. Sin embargo, su palmarés es más que envidiable, ya que en diez carreras ha cosechado dos segundos puestos y cuatro terceros (seis podios), además de dos cuartas plazas.

La primera gran actuación de Alonso en Brasil fue agridulce. Ocurrió en 2003. El español pilotaba un Renault con el que acabó en la tercera posición... pero no llegó a subirse al podio porque sufrió un aparatoso accidente al impactar contra una rueda del australiano Mark Webber -entonces en la escudería Jordan- y colisionar contra las barreras de protección. Para la historia han quedado las imágenes de Alonso inmovilizado y trasladado en una camilla, aunque tiempo después el propio piloto calificó de "exagerada" la actuación del equipo médico (vídeo del accidente).

Dos temporadas después, Brasil fue el terreno en el que Alonso rubricó su primera victoria en el Mundial. El español acudía a Interlagos con una clara ventaja en la clasificación respecto a su mayor rival, Kimi Raikkonen, y le valía terminar en el podio para finiquitar el campeonato. Alonso no defraudó y acabó en el tercer puesto del cajón, por detrás del colombiano Juan Pablo Montoya y del propio finlandés (vídeo).

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No tardó demasiado en repetirse la historia, aunque esta vez con unas dosis más de emoción, ya que la de Brasil era la última carrera de un campeonato marcado por el mano a mano entre el español y el piloto más laureado de la historia de este deporte: Michael Schumacher. A Alonso le bastaba acabar entre los puntos para ser campeón, pero no tiró de la calculadora, sino de su ambición, para terminar la carrera segundo por detrás de Massa y muy por delante del alemán, que fue cuarto y vio cómo se le escapaba el mundial. Aún se recuerda cómo Alonso daba las gracias a los miembros de un equipo que decidió abandonar para marcharse a McLaren.

Desde entonces, los recuerdos de Alonso en Brasil no son tan gratos. Sobre todo, los de 2007, aquel año marcado por la rivalidad cainita con su compañero en McLaren Lewis Hamilton. Después de todos los tiras y afloja entre ambos -con el inglés apoyado por el mandamás de la escudería Ron Denis- el joven piloto acudía a la última carrera con una ventaja de cuatro puntos respecto al español y de siete sobre Raikkonen.

La distancia del finlandés era enorme teniendo en cuenta que cada victoria se premiaba con diez puntos. Pero la actuación protagonizada por McLaren a lo largo de todo el año culminó con un desastre. El finlandés ganó la prueba y el Mundial después de que su compañero Felipe Massa le dejara vía libre. Alonso fue tercero y Hamilton, séptimo. Ese es el último título conquistado por un piloto de Ferrari.

Dos factores corren a favor de Alonso en esta ocasión. El primero, que puede que le valga con hacer podio en un circuito en el que se ha subido al cajón en el 60% de las veces en el que ha corrido. Y el segundo, la lluvia, que puede trastocar todos los planes de las escuderías y hacer posible cualquier carambola. En un escenario lluvioso, una victoria de Alonso no extrañaría a todo, como tampoco un quinto puesto de Vettel. En esa situación, el español volvería a ser campeón.

En contra del piloto de Ferrari corre que se enfrenta a un gran coche y a un gran piloto que lo han ganado casi todo en las dos últimas temporadas y que en esta han demostrado que el Red Bull es una máquina prácticamente imbatible cuando no hay factores excepcionales que interfieran en la carrera. Lo demuestran las 28 victorias logradas por los Red Bull en los tres últimos mundiales.