Gin-tonic, el combinado para todos los gustos
Un análisis de la evolución de esta famosa bebida
Del gin-tonic que tomaban los ingleses como aperitivo a su eclosión actual ha habido tal proliferación de ginebras y tónicas que resulta prácticamente imposible no encontrar una combinación que se adecúe a cada gusto.
Así lo sostiene en una entrevista el periodista catalán Vador Lladó, quien desvela "El secreto del gin tonic" (Now Books) en lo que se presenta como la "guía definitiva" para convertirse en el rey de este cóctel, al que augura "larga vida".
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En su opinión, el "boom" de este combinado "no es una moda pasajera", ya que se ha transformado en una "bebida de culto" a la que no cree que los cócteles basados en el vodka pueda llegar a desbancar, por mucho que algunos lo auguren.
Y una de las claves de su éxito es su versatilidad. Lladó recuerda que si bien hasta hace poco pedir un gin-tonic era una tarea "relativamente sencilla" hoy la oferta es "tan amplia y variada que la elección se complica" con unas posibilidades de combinación "infinitas".
Gracias a la profusión de ginebras premium con matices como lavanda, té sencha de Japón, violeta o geranio, y a tónicas que las complementan a la perfección, el gin-tonic satisface desde a quienes gustan de los sabores más ácidos hasta los rendidos a lo dulce.
Su actual ebullición ha permitido creaciones con fresas, canela en rama, pétalos de flores, perejil rizado o especias secas trituradas en el destilado, en el que también se pueden hacer infusiones con pomelo, café o manzanilla.
Esas elaboraciones "tan meticulosas" son "una continuación de la alta gastronomía española", aunque admite que "igual que hay lugares donde se come bien y otros donde se come mal", en muchos bares los clientes continúan padeciendo "elaboraciones muy rústicas de ginebra, tónica y una rodaja de limón en cantidades desproporcionadas" y en el denostado vaso de tubo.
Para aprender a apreciarlo, este experto recoge en su libro -prologado por Ferran Adrià- el nacimiento de la ginebra y de la tónica con fines medicinales, y cómo los soldados del Ejército Imperial Británico empezaron a mezclarlas para combatir la malaria y, de paso, celebrar sus victorias.
Curiosamente, aunque Estados Unidos e Inglaterra siguen siendo los principales productores de ginebra, quienes más la consumen son los filipinos, seguidos de los españoles.
A ello contribuye, apunta Lladó, el que "los grandes gurús de la cocina promovieron el gin-tonic como bebida ''oficial'' de los cocineros, especialmente tras sus encuentros gastronómicos en San Sebastián", donde se impuso el servicio en copa de balón.
Por ello recoge en su libro recomendaciones de grandes cocineros como el propio Adrià, José María Arzak o Martín Berasategui, así como opiniones sobre el combinado de personajes como Javier Sardà, Boris Izaguirre, Carlos Moya o Andreu Buenafuente.
También catas de ginebras y de tónicas, sugerencias de combinaciones, recetas de elaborados gin-tonic para el aperitivo, el postre, la media tarde o la noche -e incluso para abstemios-, y todos los utensilios necesarios para que resulten perfectos.
Lledó confiesa que lo que más le sorprendió cuando comenzó a investigar sobre esta bebida fue "la importancia del hielo", ya que debe ser del tipo que "no se derrite y es cristalino", si bien por su elevado coste se puede sustituir por "el de las gasolineras, de entre 50 y 60 gramos el cubito, y emplear unos cuatro o cinco".
Además, debe cuidarse la preservación de la burbuja de la tónica, la temperatura de la ginebra -se recomienda guardarla en la nevera- y, pese a lo extendido de la costumbre, nunca añadir zumos de cítricos sino sólo los aromas y aceites esenciales que contiene su corteza y que se logran retorciendo ligeramente un trozo de la misma.
Pero si el lector prefiere ponerse en manos de los profesionales, también encontrará una selección de los templos del gin-tonic en España, aquellos donde el vaso de tubo está desterrado e imperan calidad e imaginación en las combinaciones.