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La repatriación, de algunos, es demasiado cara

Las cenizas de Emma Rodríguez, fallecida en Argentina hace un mes, llegan esta tarde a Madrid

Emma viajó a Argentina en busca de un trabajo mejor, pero allí se encontró con la muerte. Un fallecimiento que podría haberse evitado si el Gobierno hubiera hecho caso a las peticiones de la familia Rodríguez para trasladarla a España en un avión medicalizado. Alrededor de 2.450 españoles permanecen detenidos en el extranjero

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Esta tarde llegan a Madrid dos jóvenes, de 17 y 19 años, y traen consigo algo más que un par de maletas: las cenizas de su propia madre que perdió la vida en Argentina el pasado 20 de diciembre. Sobrevivía aquí gracias a la pequeña pensión que recibía su madre todos los meses. Emma Rodríguez, economista de 56 años, viajó a ese país en busca de un trabajo que en España no podía tener, pero allí contrajo una neumonía grave que llevó a su ingreso en el hospital 12 de octubre de la ciudad de Alta Gracia. Ella ingresó en el hospital con el sistema inmunológico bastante débil, lo que le provocó una parada respiratoria y por consiguiente se le indujo a un coma. Pasó dos meses en ese centro, sin salir de la cama ni de la UCI, superando algunas complicaciones pero su estado de salud iba deteriorándose día a día.

El Consulado de Córdoba se puso en contacto con la familia para comunicarles que Emma estaba muy grave y que no había esperanzas de que ella sobreviviera, y que en caso de fallecimiento debía haber alguien de su familia allí. Los médicos le insistieron a la hermana de Emma, a María Ángeles, que debía traérsela de vuelta a España "cuanto antes, ella necesitaba mucho apoyo de su familia porque acababa de salir de un coma inducido" cuenta en la SER su hermana. Por eso decidió pedir ayuda a España. Los dos hijos de Emma, ambos estudiantes, viajaron a Argentina para cuidar y hacer compañía a su madre con la esperanza de que el Gobierno accediera a trasladarla a España.

Mientras tanto, la familia de Emma estaba pidiendo ayuda por pasiva y por activa a España para repatriarla en un avión medicalizado porque su salud no le permitía coger un avión comercial. Pero eso "era demasiado caro" para traerse a un ciudadano de a pie. "Nos ignoraron, no obtuvimos respuestas ni apoyo... pero nada. Fue una dureza y una sordera absoluta. Finalmente acabas aceptando con resignación lo que ya sabes: que no todos somos iguales", lamenta María Ángeles, que hoy verá a sus dos sobrinos por primera vez desde que fueron a Argentina.

Finalmente, la historia tuvo un triste final: Emma murió a miles de kilómetros de su familia. Su viaje a Argentina tenía billete de vuelta. Pero nunca pudo coger ese avión. Hoy sólo vuelven sus cenizas, sus hijos tampoco podrán enterrar el cuerpo en España: la repatriación del cadáver también es muy cara.

 
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