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¿Existe la camisa perfecta?

El actor británico John Gielgud en 1951, en el camerino del Phoenix Theatre de Londres

Cuando hablamos de ropa a medida para hombre siempre pensamos en el traje por ser la única prenda capaz de convertir cualquier tipo de cuerpo en una planta impresionante. Pero el estilo es también cuestión de saber unir distintas piezas sin que ninguna arruine el conjunto ni tampoco destaque por encima del resto. Especialmente la camisa, la esencia de la elegancia masculina.

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De hecho, esta prenda revela mucho sobre la personalidad de quien la lleva puesta. Por eso, aunque a veces lo parezca, no todas las camisas son iguales ni todas valen para cualquier ocasión. Saber elegir la adecuada es una tarea clave para el hombre que no está dispuesto a dejar nada al azar. Por suerte, basta seguir unas pequeñas claves para no fallar nunca.

Para la elección de la camisa perfecta podemos comenzar atendiendo a los cuellos, que sorprendentemente se fabrican cosidos a la camisa tan sólo desde los años 30. Para elegir el más adecuado existen algunas reglas básicas de fácil aplicación. Por ejemplo, cuanto más duro sea éste, más formal es la camisa. Además, los cuellos siempre deben tener contacto con la camisa en las puntas, excepto si nos ponemos pajarita, que en ese caso deberíamos apostar por una camisa con cuello paloma.

Si nos centramos en cuestiones de estilo, debemos ser conscientes de que el cuello no sólo debe complementar el tipo del traje, sino también la fisionomía facial de quien lo lleva y el tamaño de su cabeza. Las caras delgadas deben evitar los cuellos largos y preferir los altos y moderadamente abiertos, mientras que los individuos con cara ancha y papada necesitan de un cuello estrecho, al margen de la forma de éste, así como evitar los modelos abotonados. En cualquier caso, todo se reduce a una única norma: el cuello debe ajustarse a la perfección, ni bailar ni apretar.

En cuanto a los tejidos, las posibilidades son variadas. Las de seda en tono natural son un clásico para ocasiones formales, así como lo son las de lino en verano. En los algodones, la variedad es enorme, desde las ligeras batistas a los popelines o los más gruesos Sea Island, de la mejor calidad. Entre las camisas más empleadas se encuentra la Oxford, con más textura que las anteriores y que se utiliza especialmente en el tono azul claro, los fil a fil y los twill, tanto en dibujo diagonal o de espiga. Para momentos casuales se usan la viyela y la franela, más toscas que las anteriores pero igual de efectivas. Las rayas son un clásico en el guardarropa masculino. Cuanto más estrechas sean, más conservadora es la camisa, y si el fondo es blanco, todavía más. Sin embargo, las rayas pueden mezclarse siempre que sean de diferente calibre.

Finalmente llegó el momento de los puños, que varían según ocasión y vestimenta. Existen dos tipos básicos, el francés, que es el más formal, se dobla hacia atrás y requiere el uso de gemelos; y los de tipo barril, los más comunes, con uno o dos botones y que según anchura y perfil puede acabar redondeado, en punta o en corte diagonal. En ambos casos, la manga debe plegarse con dos o tres pliegues al llegar al puño.

 
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