El Málaga sale vivo de Oporto

Oporto es una plaza últimamente traicionera con los huéspedes españoles. El Málaga de Pellegrini asistía al primer episodio de su doble cita arropado por más de 3.000 aficionados y con las ganas habituales de un equipo novel en estas lides. Pellegrini sacó a su once de gala con el recuperado Baptista, Isco y Joaquín ocupando una línea de atacantes tan variados como llenos de talento.

Sin embargo el arranque del partido ya dejó entrever que la clave del partido no estaba ahí, sino algo más atrás. Los chicos de Pereira salieron fervorosos y eléctricos en la presión. Izmailov, Varela y Jackson Martínez atosigaron desde el pitido a la defensa malacitana y gozaron de los primeros sustos para Willy, si bien nunca disparaban desde posiciones claras.

La presión de los rápidos 'trecuartistas', incluido Moutinho hizo del partido una maraña de pases imprecisos en las inmediaciones del área del hoy equipo vestido de verde pistacho. Toulalan e Iturra aparecían desbordados, como ese desagüe que se atasca. Los balones llegaban francos a Fernando y Lucho González, que nunca se ocuparon de robar, solo de distribuir, librándose así de la peor parte de su trabajo.

Santa Cruz y Baptista no recibían balones y el dominio del Oporto, algo vago pero insistente, se traducía en saques de esquina. Así Jackson Martínez se quedó a centímetros de aprovechar un balón peinado. La otra formar de llegar a Caballero era mediante chuts de media distancia, en esta disciplina era Izmailov, un jugador venido a más en Portugal, el que más trabajo dio a Caballero.

El primer acto acabó con varias ocasiones de los portugueses y ningún tiro a puerta de los de Pellegrini, sostenidos en las jugadas más claras por el tino de Demichelis, Welligton y Antunes. El recién llegado lateral izquierdo evito dos disparos claros llegando en el último momento.

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Sin reacción pero con castigo

En el inicio de la segunda mitad se advirtió un atisbo de cambio por parte del Málaga, dos llegadas al área y un córner, tan inocuo como efímero. Con el paso de los minutos volvieron los locales a adueñarse del centro del campo y en una incorporación de Moutinho llegó premio. Un centro raso de Sandro sorprendió a la zaga y el liviano centrocampista, en posible fuera de juego, adelantaba a los 'dragones'.

Lejos de espolear al Málaga, el gol asentó al equipo andaluz en sus ideas; empeñado en un fútbol pausado y con el freno de mano echado. Siempre pareció que la idea del equipo del jeque era principalmente que el partido no se rompiera, convencido de que en ese intercambio de golpes la distancia sería aún mayor. Joaquín e Izmailov, los estiletes, los más veloces, se fueron al banquillo. Entraron Portillo y James Rodríguez.

El cansancio y la pérdida de efervescencia de los portugueses dieron tregua al equipo de Pellegrini, mucho más exigido que su rival al tener que achicar agua constantemente. Con la entrada de Camacho y Piazón el equipo siguió sin atacar, pero mejoró atrás. Así murió el partido en lo que fue una pobre exhibición del Málaga, que deambuló por Oporto sin tirar a portería y muy lejos de su mejor versión.

Algo parecido hizo en la ida de la Copa frente al Barça, saliendo con su mejor versión en la vuelta. Esta es la gran esperanza del equipo del 'ingeniero', que La Rosaleda saque lo mejor de su equipo, frente a un incómodo y explosivo Oporto. Eliminatoria abierta.

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