Sociedad

El 'segundo violador del Eixample' quedará en libertad a pesar de no estar rehabilitado

Alejandro Martínez Singul es el único preso español que se ha sometido a una castración química aunque los informes médicos señalan que existe un elevado riesgo de reincidencia

Martínez Singul, de 46 años, quedará libre definitivamente este jueves después de agotar la última de las condenas que se le impuso por agresión sexual. Aunque la última noche ya no la pasará en la cárcel de Brians, de donde no ha salido en los últimos 4 años, sino que se le trasladará a otras instalaciones para evitar el acoso mediático.

Los informes médicos de Martínez Singul niegan que esté totalmente rehabilitado. De hecho fuentes cercanas reconocen que existe un alto riesgo de reincidencia, si bien también aseguran que durante los últimos años se ha reducido su peligrosidad.

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El segundo violador del Eixample es la única persona hasta ahora en el Estado que se ha acogido a la castración química, aunque con ello no se ha conseguido su rehabilitación absoluta. Este tipo de tratamiento inhibe el deseo sexual con medicamentos pero no es irreversible si se dejan de tomar los fármacos. Durante estos últimos cuatro años se ha sometido también a otros tratamientos individuales para tener empatía con las víctimas, de autocontrol o de educación sexual, entre otros.

Según la conselleria de Justicia, un 94% de los internos que se someten a estos programas se rehabilitan totalmente. Ahora Martínez Singul podrá decidir voluntariamente si sigue con ellos o no una vez libre. De hecho, el hombre, al que se le atribuyen 16 delitos sexuales, ya había pasado por otros programas de rehabilitación las otras dos veces que cumplió condena, pero cada vez que ha salido de la cárcel ha vuelto a recaer.

La primera vez fue en 2007 cuando quedó libre después de cumplir 16 años de los 65 que le habían caído - se acogió al antiguo Código Penal- por cinco violaciones, cinco agresiones sexuales y cuatro intentos, todos a menores de edad. La conselleria de Justicia ya advirtió entonces de su peligrosidad. En 2008 se le detuvo en Francia por exhibicionismo y en 2009 fue condenado por intentar agredir a una menor en Barcelona.

Una vez en libertad, la policía ha mantenido sobre él un discreto seguimiento, como por ejemplo controlar su entorno o los sitios por donde se mueve, aunque para hacerlo los Mossos tienen que contar con una petición de la fiscalía y una autorización judicial.