El diario del Tour: Día 5, una semana fuera de casa
Siete días fuera de casa aunque, realmente, el Tour no ha hecho más que comenzar. Queda todo lo mejor.
Edu Pidal continúa ensñándonos cómo es el Tour de Francia desde dentro / EDU PIDAL
Cavendish gana el primer sprint que disputa y demuestra que sigue siendo el mejor velocista del pelotón
Sin darnos cuenta, como quién habla de ayer cuando han pasado ya siete días, hemos cumplido la primera semana de viaje. Son cinco etapas, cinco diarios, sí, pero algunos más con la maleta a cuestas. Como un sprint necesita de la aceleración de los lanzadores, de las locomotoras humanas que ponen el pelotón a 60 kilómetros a la hora y lo estiran para que los hombres-bala rematen, nosotros tuvimos también nuestra preparación para el arranque.
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Las cuentas son claras: despedimos Madrid un miércoles y la sintonía de El Larguero, que tengo de fondo en el ordenador mientras tecleo, anuncia que ya se han consumido los primeros minutos del jueves. Hemos cruzado y recruzado el Mediterráneo, serpenteamos ahora al borde de la costa este hasta llegar a los Pirineos, giraremos después hacia el norte, con un acelerón hasta Normandía, sin parada en Burdeos. Si acaso para cargar el depósito, el del coche y el digestivo, antes de la primera jornada de descanso.
El Tour es tan largo, que se hace corto. Los nervios de la primera semana, las etapas de Cavendish, el aperitivo montañoso, el traslado en carrera hasta la siguiente cordillera y el final. Eso sí, siempre el mismo. Y que no lo cambien: de noche, de día o de madrugada, si quieren, pero en los Campos Elíseos.
Lo comentábamos en una terraza de Cassis, un pequeño pueblo pesquero, a diez minutos de Marsella. Un sitio precioso, que ha sabido atraer turismo sin dejar de parecerse, seguramente, a lo que era hace medio siglo. Allí vino un camarero a hablarle a Markínez del Athletic, mientras Anselmo, Cabrera y yo estábamos más pendientes del plato que de la conversación. A Córcega fuimos por Toulon, esa autovía por la que hemos vuelto a cruzar hoy. Así de rápido pasa todo en una carrera ciclista: desayuno, carrera y cena; desayuno, carrera y cena. Muchos kilómetros. Tan rápido es el Tour que si un día no suena el despertador y duermes más de la cuenta, puede que despiertes ya en París. Y, entonces, todo habrá acabado de nuevo.
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