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El más punk de los bluesmen

La vida, a pesar de aquellos buenos momentos, no fue sencilla para aquel chaval. La bebida, un fuerte carácter y las mujeres le llevaron a la cárcel y posteriormente a la calle, a vivir debajo del puente de la calle Randolph de Chicago. “Todos me daban dinero por la mañana”, recuerda el músico con cariño en una entrevista. Un día le dijeron a aquel vagabundo que un joven, propietario de un sello, andaba buscándole. Así se fraguaría uno de sus regresos, su fichaje por Bloodshot Records, el sello que más ha cuidado por su carrera en las últimas décadas, otros nunca le pagaron por sus derechos de autor.

Aquel chico, que tuvo una infancia dura tras la temprana muerte de sus padres, había reinvertido la situación a los veinte años y había estropeado todo a los treinta. Sus canciones habían sido éxitos en las voces de los grandes artistas del soul y el blues de los años 60. La voz de aquel joven no daba para cantar. No sería un problema: recitaría. Su obra fue ganando peso a pesar de los errores y de los excesos. Los músicos de las generaciones posteriores, los punks sobre todo, le señalarían como uno de sus referentes.

Fueron sus fans, la mayoría de ellos eran músicos, los que le rescataron de los pozos del alcohol en los años noventa. El cantante, al que un día conocieron como ‘The black godfather’, regresaba a la música editando ‘Mr Rhythm’, un disco con nuevas versiones de sus éxitos como 'Bacon fat' y algún tema nuevo.

Tras recuperar un poco la forma, a pesar de aparecer borracho a múltiples sesiones de grabación, aquel viejo músico, que rondaba los sesenta, entraba al estudio para grabar con una banda canadiense que apuntaba las maneras de The Band  y que había compartido escenario con Neil Young o con el propio Garth Hudson (The Band). Aquellos chicos, que venían del folk, sentían fascinación por el viejo bluesman, un músico atípico por su escaso talento vocal, cubierto de sobra por la presencia, la experiencia y las canciones que escribía el veterano cantante. Juntos grabaron ‘Red dirt’ (1999), un álbum de influencias folk donde los jóvenes marcaron el ritmo.

En 2008 otra pandilla de jóvenes, Tricia Todd y su pareja Eric, se lanzó a realizar ‘Agile, Mobile, Hostile’, un honesto documental que acompaña durante un año a este artista capaz de influir en el rap, el hip hop, el punk, el garaje o el blues y vivir como un pobre adicto obligado a seguir en la carretera a pesar de la edad y de sus problemas de salud, viviendo en moteles baratos y casas de amigos. El documental, presentado en varios festivales, muestra la fuerza de este músico, su manera de afrontar la vida, la crueldad de una industria abusiva y la pasión por los placeres y el hedonismo de este músico corajudo, malencarado, arisco y genial.

El año pasado el cantante editó un disco más, el excelso ‘Live’, un álbum casi en verso, más crudo y menos instrumentado sin la compañía de los canadienses. Un trabajo que se abre con las rudas ‘Stuck in the middle’ y ‘But'n’, que contiene la ironía política de ‘Blame it on Obama’ y que emociona con la sencilla y contundente ‘It´s only you that I love’, un tema cantado con la voz de un viejo borracho desdentado, mentiroso y tramposo que se confiesa, que se redime ante un mundo y una industria que nunca le importaron un carajo. El viejo es Andre Williams, la banda canadiense son The Sadies.

RELACIONADO:

-Tráiler de 'Agile, Mobile, Hostile' en YouTube

-Entrevista a The Sadies en Sofá Sonoro (03/10/2011)

-Entrevista a Andre Williams en FMF

 

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