Una noche en el hotel más pequeño del mundo
En pleno corazón del casco viejo de la ciudad, se encuentra un estrecho edificio de 2,5 metros de anchura pintado en rojo y flanqueado por otras dos viviendas de una anchura más acorde con lo que está considerado “normal”. Es el Eh'hausl hotel, el hotel más pequeño del mundo.
Su historia resulta curiosa. Construido en 1728 por un ingenioso emprendedor, su uso originario consistía en permitir la compra temporal de una vivienda a buen precio a aquellas parejas que necesitaban este requisito para contraer matrimonio. Una vez puestos los anillos la pareja debía abandonar la casa para dar paso a los siguientes novios en la lista.
Actualmente su uso ha cambiado un poco transformándose en un alojamiento exclusivo. A pesar de sus 53 metros cuadrados, el hotel cuenta con seis plantas - muy pequeñas todas, eso sí -. Cada planta tiene una única dependencia: el sótano; el salón rojo -una sala con un chaise longue ideal para tomar un té o un café-; la sala de estar -con una chimenea que funciona y un televisor-; un baño tradicional con ducha; el dormitorio doble abuhardillado; y el spa, con una bañera para llenar de espuma y relajarse escuchando la música de Verdi que suena en los altavoces invisibles que hay repartidos por todo el edificio.
El reducido tamaño no está reñido con el lujo. Tanto la decoración como el mobiliario se rigen por patrones clásicos, nada de muebles “estilo Ikea”. Sillas palaciegas, espejos con marcos de pan de oro, cómodas decimonónicas, estatuas de mármol decorativas, etc. ¡Ah!, y además la privacidad es máxima, ya que una vez que los huéspedes reciben las llaves el hotel les pertenece durante todo el día y la noche, porque además es de los pocos alojamientos que no cuenta ni con recepcionista ni portero.
Actualmente son muchas las parejas que deciden pasar su noche de bodas en el Eh'hausl. Simplemente hay que cumplir dos requisitos: tener en cuenta que la capacidad máxima del hotel son dos personas y que el precio de la noche es de 240 euros. Un capricho que merece la pena si se atiende a lo que dice su leyenda: “la pareja que pasé una noche en este hotel estará junta y feliz eternamente”.
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