El alemán Sebastian Vettel (Red Bull) dio un importante paso en su afán por capturar por cuarto año consecutivo el Mundial de Fórmula Uno al ganar el Gran Premio de Corea, tras el cuál dejó a 77 puntos a su inmediato perseguidor, el español Fernando Alonso (Ferrari), que fue sexto en Yeongam Vettel, de 26 años, que el año pasado se convirtió en el triple campeón mundial más joven de la historia, se mostró de nuevo implacable en la pista coreana, y, al igual que lo había hecho hace dos domingos en Singapur, firmó un nuevo «Grand Chelem»: ganó saliendo desde la «pole», lideró la prueba desde principio a fin y se permitió el lujo de marcar la vuelta rápida en carrera. El alemán, que ya había confirmado su condición de superdepredador deportivo al lograr el sábado la cuadragésima segunda «pole» de su carrera -engrosando su tercera marca histórica, sólo superada por el alemán Michael Schumacher, con 68; y el malogrado brasileño Ayrton Senna, con 65-, firmó su octava victoria de la temporada, la cuarta consecutiva, después de las logradas en Bélgica, Italia y Singapur. Lo hizo por delante de los dos pilotos de Lotus, el finlandés Kimi Raikkonen -próximo compañero de Alonso en Ferrari- y el francés Romain Grosjean, que lo escoltaron en el podio. Y elevó a 34 su número de triunfos en la categoría reina del automovilismo: cuarta marca de todos los tiempos, sólo superada por el «Kaiser» Schumacher, con 91; el francés Alain Prost (51) y el citado Senna, que subió 41 veces a lo más alto del «cajón». Vettel volvió a ganar prácticamente sin despeinarse una carrera que dejó en evidencia a algunos meteorólogos. Tras la amenaza de la presencia del tifón «Fitow», que posteriormente cambió su rumbo, dirigiéndose hacia China, se esperaban lluvias en Yeongam. Donde, finalmente, se disputó en seco una carrera en la que ni la entrada, en dos ocasiones, del coche de seguridad, pudo alterar el ritmo aplastante de la poderosa nave diseñada por el inglés Adrian Newey. El «pequeño Kaiser» de Heppenheim se volvió a divertir hoy a bordo del dominante monoplaza ideado por Newey, auténtico gurú de la ingeniería y «alma mater» de los éxitos de una escudería que avanza con paso firme hacia un cuarto título seguido de constructores. Que hoy se centró en exclusiva en intentar frenar el ímpetu de su líder. Vettel, ganador a dos paradas -como todos- arrancó bien. Grosjean, tercero en parrilla, superó al inglés Lewis Hamilton (Mercedes), que hoy concluyó quinto y enfadado tras salir segundo. Y Alonso, que poco pudo hacer en la arrancada, de apenas 250 metros, bastante hizo al evitar, en la tercera curva, la embestida, tras un trompo, de su compañero brasileño Felipe Massa, noveno en Yeongam. El doble campeón mundial asturiano, que salió quinto, perdió en ese lance una posición en favor del alemán Nico Hülkenberg (Sauber) -otro de los triunfadores de la jornada, al acabar cuarto-. Y poco más pudo hacer, aparte de batallar en condiciones inferiores, a partir de ese momento: Ferrari piensa en 2014. Lo cuál, por triste que suene, no deja de ser sensato. Nadie duda ya de que Vettel será cuádruple campeón mundial este año. Alonso -que repitió acción en la 29- paró en el noveno giro, para cambiar neumático superblando por medio, al igual que Hamilton. Grosjean, Hülkenberg, su compatriota Nico Rosberg (Mercedes) -séptimo hoy- y el mexicano Sergio Pérez (McLaren) -décimo- hicieron lo mismo una vuelta después. Y Vettel paró en la once. «Checo» se convirtió en protagonista de la entrada del primer coche de seguridad, a causa del reventón del neumático delantero derecho de su coche, en la vuelta 31. Dos giros después de que parase por segunda vez «Seb», que lidera con 272 puntos. 77 más que Alonso, al que el mexicano dio involuntariamente la razón en la polémica provocada la jornada anterior por Paul Hembery, máximo responsable del suministrador único de neumáticos, Pirelli. Criticados por el astur. Al que el inglés, que acabó disculpándose hoy, recomendó cuidarlos como hace Vettel. Retirado en la 36, el «safety» regresó en la 38, esta vez a consecuencia del accidente sufrido por el alemán Adrian Sutil (Force India) y el australiano Mark Webber (Red Bull), que, tras haber salido decimotercero (había perdido diez puestos por sanción) y cuando estaba firmando una nueva remontada, tuvo que abandonar, en otro fin de semana infortunado para él. Sutil tampoco acabó. Y la segunda entrada del coche de seguridad -durante tres giros- no sólo no perjudicó a Vettel, sino que lo animó a seguir marcando vueltas rápidas -desoyendo los consejos del muro, que invitaban a conservar neumático- hasta firmar la definitiva dos vueltas antes del final, en la 53: cubrió los 5.615 metros de la pista coreana en un minuto, 43 segundos y 380 milésimas. Ganó por delante de Raikkonen, que completó una gran estrategia que lo alzó del noveno al segundo, tras superar a su compañero después de la marcha del segundo «safety». Grosjean, que pidió a su equipo poder rebasar al finés, no contó con el beneplácito de éste y se tuvo que conformar con la tercera plaza: Kimi cobra por puntos. Nadie ha dejado de ganar un Mundial de Fórmula Uno con ocho victorias en un mismo año, las que suma ahora Vettel, vencedor por tercer año consecutivo en Corea y cuyos 77 puntos de ventaja sobre Alonso indican que puede festejar el próximo domingo si gana en Suzuka y el de Oviedo queda por debajo del octavo puesto en Japón. Nadie duda tampoco de que Red Bull festejará su cuarto «doblete» consecutivo: lidera el Mundial de constructores con 402 puntos, 118 más que Ferrari, seriamente amenazada por Mercedes, que sólo suma un punto menos que los de Maranello. Los austriacos Dietrich Mateschitz, dueño, y Helmut Marko, cerebro, celebrarán junto a los ingleses Christian Horner, jefe de equipo, y Newey, genio. Al que Vettel, gran piloto, le debe mucho. Sólo queda saber cuándo.