Arturo Pérez Reverte vuelve al 'territorio comanche' con los grafiteros

El escritor cartagenero no está a favor del grafiti, y mucho menos de sus desviaciones vandálicas, pero con su novela ha comprendido las motivaciones, sueños y frustraciones de los jóvenes que se dedican a dejar su firma en paredes y espacios públicos

En 'El francotirador paciente', publicada por la editorial Alfaguara, Reverte nos plantea un 'thriller' en el que una experta en arte que trabaja para editoriales recibe el encargo de encontrar a Sniper, un grafitero de fama en el mundillo, que organiza intervenciones masivas en distintas ciudades del mundo, al que se le quiere ofrecer el paso al mundo comercial del mercado del arte contemporáneo. Sniper firma sus acciones con el signo de una mira telescópica de rifle y un millonario le acusa de la muerte de su hijo por haberle incitado a pintar sobre la azotea del edificio de su propia fundación.

Arturo Pérez Reverte deja claro de antemano que con su novela no pretende hacer apología del grafiti porque no está a favor de esa práctica, pero señala que al acercarse a ese mundo ha comprendido la 'épica' que tienen los jóvenes que con el spray y los aerosoles de colores dejan su firma en paredes, vagones de metro o ferrocarril y edificios en acciones nocturnas y huyendo de los servicios de seguridad o la policía. El escritor asegura que en ese mundo hay también vandalismo pero, sobre todo, un intento de autoafirmación de los jóvenes que dejan su firma en lugares públicos y que tienen más lectores que su sus propias novelas.

Reverte dice que comprende ahora mejor a los grafiteros que se autodenominan escritores y no artistas porque para ellos ' si es legal, no es grafiti' y desprecian a los que se pasan al mercado oficial del arte. Detrás de esos chavales, dice Reverte, hay sueños, frustraciones, compañerismo en sus acciones, reglas, disciplina y poca intencionalidad ideológica contra el sistema que les persigue. Lo compara con un deporte de riesgo en el que los jóvenes tienen que estar en forma para huir de la policía y eso les hace alejarse, por ejemplo, de las drogas.

El escritor y académico de la lengua comenta que logró que sus compañeros de la RAE eliminasen del diccionario la doble efe del término para españolizarlo, pero no ha conseguido que se defina a los grafiteros como escritores. Arturo Pérez Reverte compara sus acciones con la guerrilla y por eso dice que, en su labor previa de conocimiento de ese mundo para la novela, se ha sentido como en su época de reportero de guerra, como si hubiese vuelto a ese 'territorio comanche' que plasmó en una de sus obras.