Se cumplen diez años de la muerte de los primeros españoles en la guerra de Irak
El CNI homenajea a sus siete agentes caídos en un ataque en noviembre de 2003, cuando viajaban desde Bagdad a la base española en Diwaniya. Sólo un miembro del equipo sobrevivió
En noviembre de 2003, siete agentes del CNI murieron en una emboscada cuando viajan desde bagdad a la base militar española en Diwaniya. Ha pasado una década del ataque por el que se tuvo encarcelado durante un año al traductor de los agentes, liberado sin cargo alguno. Diez años en los que ni se han acalrado las circunstancias del suceso, ni se ha juzgado a nadie por la muerte de los primeros españoles en aquella impopular guerra de Irak.
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Aquella emboscada en la que murieron los siete agentes del CNI, fue la primera evidencia de que la "región hortofrutícola" en la que el gobierno de Aznar desplegó a los militares españoles no recibió la ocupación estadounidense con la alegría liberadora con la que lo presentaba el trio de las Azores.
Los ocho agentes volvían de Bagdad, donde pasaron el día en diferentes visitas a instituciones iraquíes; su destino era la base de operaciones que el contingente español tenía en Diwaniya, una ciudad a 170 kilómetros al Sur de la capital.
Los dos todoterreno en que viajaban, que no estaban blindados para pasar desapercibidos, sufrieron una emboscada cuando pasaban por la ciudad de Latifiya, casi a las afueras de Bagdad. Un grupo de hombres empezó a disparar con sus 'kalasnikov' desde un coche.
El lugar se convirtió en una encerrona, en la que en unos minutos cayeron por los disparos Alberto Martínez, José Merino, José Carlos Rodríguez, José Lucas, Alfonso Vega, Luis Ignacio Zanón y Carlos Baró. Sólo sobrevivió el agente José Manuel Sánchez Riera, ayudado por un grupo de vecinos.
Sus muertes añadieron luto a una sociedad que no entendía ni apoyaba aquella guerra. El gobierno de Aznar intentó en los días siguientes convertir las críticas a su apoyo a Bush para aquella ocupación en deslealtad hacia los agentes fallecidos.
Unos días después del ataque, los 'marines' estadounidenses detuvieron en la zona a 40 personas, aunque no se vinculó a ninguna con el incidente. A los pocos meses, fueron los españoles los que capturaron a Flayeh al Mayali. Era el traductor del grupo de agentes del CNI, y trabajaba también para los militares españoles, como la había hecho antes para muchos de los enviados especiales españoles a aquella guerra. Acusado de dar el chivatazo, fue entregado a los estadounidenses y encerrado en Abu Graib, a pesar de lo débil de la acusación y de las intervenciones a su favor de muchos de aquellos para los que había trabajado.
Menos de un año después, Al Mayali salía de aquel centro de tortura. No había cargos, ni acusación alguna. Una década después, nadie ha sido juzgado por aquel ataque.