Gdansk, la ciudad de ámbar a orillas del Báltico
En el norte de Polonia la brisa del mar Báltico se cuela por los callejones de altas y estrechas casonas de los mercaderes del ámbar que hicieron de Gdansk una de las ciudades más ricas y perfectas de Europa. Siempre fue una próspera ciudad-estado con sangre germana ligada al comercio, pero se topó con un siglo XX que la zarandeó sin piedad a través de guerras (y garras) que casi terminan con ella. Vió el comienzo y el final de la II Guerra Mundial como ninguna otra. La que hasta 1939 era conocida como Ciudad Libre de Danzig era atrapada por el III Reich, mutilada por los bombardeos aliados y controlada posteriormente por los brazos alargados de la etapa más dura del comunismo soviético. Una vez dentro de Polonia, con la melancolía de saberse grande en tiempos pasados, surgió la figura de Lech Wa??sa para empezar a cambiar las cosas desde los astilleros y llevar al país directamente al siglo XXI. Entonces Gdansk recuperó el color que había perdido y ahora se siente orgullosa de ser una de las ciudades más bellas del continente.
Un viaje a Gdansk nos lleva a saborear un puerto con grúas centenarias, casas convertidas en suntuosos palacios y un pedacito de historia en cada rincón. Y para conocer lo mejor de la cuna de grandes personalidades como Schopenhauer, Fahrenheit o el propio Wa??sa, lo mejor es fijarse en los detalles, en las gárgolas que sobresalen de las varandas, los rostros pintados en las fachadas y ese brillo del ámbar que sigue iluminando el cielo de la ciudad. Gdansk es una ciudad para pasear mientras se alterna en tabernas con historia y se persigue la vanguardia que llama a todas sus puertas. Es una ciudad para vivirla...
La calle Larga
Lo mejor de Gdansk está en una sola calle que en polaco se conoce como Ulica D?uga. Es la seña de identidad de la ciudad, la considerada como ruta Real, puesto que por ella desfilaron distintos monarcas que ha tenido Polonia a lo largo de su Historia. Comienza en la Puerta de Oro, torreón medieval convertido ahora en un entretenido museo del Ámbar, y termina en la Puerta Verde, llamada así por el puente que tiene a sus espaldas. De un extremo a otro surge una hilera de fachadas preciosas y coloridas, a las cuales les delatan una serie de detalles que las hacen diferentes. De esa manera descubrimos una antigua farmacia por los dibujos que nos muestran distintos símbolos de la época, así como los gremios a los que pertenecían sus moradores, mayoritariamente ricos mercaderes.
La Ulica D?uga y otras muchas calles del casco histórico tienen que ver con ese afán de mostrar a los demás el poderío económico de una familia. Por sus fachadas les conocerás, decían algunos, conscientes de que la de Gdansk fue durante muchos siglos una batalla de ricos contra ricos.
Junto al edificio del Ayuntamiento, con un torreón que marca las horas de la ciudad, se abrazan importantes emplazamientos en los que conviene detenerse con una estatua de Neptuno embistiendo con su tridente. Sin ir más lejos el propio edificio municipal, en cuyos salones se muestra la delicadeza artística de los siglos XVI y XVII. Muy recomendable es la concida como Cámara Roja en la que sentarse es quedarse pasmado con La apoteosis de Gdansk (así se llama el cuadro más importante del edificio, que se puede contemplar en el techo) o palpar los detalles de una recargadísima chimenea hecha en mármol.
A no más de 50 metros del Ayuntamiento sobresale un edificio más ancho de color blanco que posee tres enormes vidrieras. Nos encontramos en el número 44, que hizo durante mucho tiempo de lugar de encuentro de los comerciantes de la ciudad; se le conoce como La Corte de Arturo, por la historia de Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. En la vieja Danzig este salón del que cuelgan barcos, grandes cuadros y estatuas cuanto menos sorprendentes, fue el corazón mismo de una ciudad soportada completamente por la alta burguesía. El elemento más preciado de esta gran casa es una estufa de cerámica con los rostros de todos los monarcas alemanes (incluído Carlos I de España) y una sátira protestante hacia los avariciosos monjes católicos. Desde La Corte del Rey Arturo se puede acceder a la casa aledaña para disfrutar de una deliciosa escalera barroca de madera. Todo esto había quedado destruído con los bombardeos de la II Guerra Mundial pero una restauración minuciosa se lo ha devuelto a los habitantes de Gdansk.
La grúa medieval más grande de Europa
Siguiendo por la calle Larga se suceden los comercios de ámbar y restaurantes hasta llegar a la Puerta Verde (que no es para nada de este color) donde se se toman las riendas del río Mot?awa y se da una continuidad de casas bonitas. Es aquí donde se encuentra el símbolo más preciado de Gdansk, una grúa medieval de madera flanqueada por dos torreones de ladrillo circulares, capaz de levantar cargas que superaban las cuatro toneladas. Se puede visitar por dentro y asombrarse así de la enorme polea que servía para trasladar la mercancía desde los barcos que se apostaban en la orilla.
El paseo por el pequeño puerto del Mot?awa es fantástico, sobre todo en verano cuando sacan las terrazas a la calle. Desde el frente, en el hotel Gdansk, las vistas son soberbias de toda esta zona.
Las mejores panorámicas de Gdansk
Gdansk emociona, sobre todo desde las alturas. Hay varios lugares donde subirse y disfrutar de unas panorámicas excelentes de la ciudad vieja. Una es desde la torre del Ayuntamiento, en el mismo centro de la ruta Real. La otra es desde un edificio muy grande de las afueras (horrendamente soviético) que se ve desde todas partes y en el que pone un cartel que dice Lotto. Su restaurante panorámico de la planta 16 tiene unas cristaleras desde las que disftutar tanto la ciudad vieja por un lado como de los astilleros por el otro.
Pero particularmente recomiendo que, en caso de tener que escoger, la mejor subida que se puede hacer es la de la torre de la Basílica de Santa María, considerada la iglesia de ladrillo más grande del Europa. Desde allí la ciudad parece de juguete, con un sinfín de casas de muñecas de vivos colores abrazándose a las calles. Merece la pena y, de paso, en la propia iglesia, echar un ojo a un antiquísimo reloj astronómico clavado en la pared.
Calle Mariacka
Desde la nave lateral de Santa Maria, paralela a la calle Larga, nace una callejuela estrecha denominada Mariacka, que parece esconder algunas de las fachadas más preciosas de la ciudad. Es conocida por la cantidad de joyerías y tiendas de ámbar que tienen allí sus portales, así como las tradicionales gárgolas de dragones que son otro de los iconos más reconocibles de Gdansk. Los sonidos de tus pasos parecen acompañarte cada vez que te dejas caer por una calle con encanto de verdad.
Un otoño en Oliwa Park
Gdansk, que junto a las vecinas Sopot y Gdynia forman el conglomerado metropolitano conocido como "la triple ciudad", posee atractivos a las afueras de su popular casco histórico. Por ejemplo nos encontramos con el barrio de Oliwa (pronúnciese como la localidad valenciana de Oliva) que ofrece un elegante paseo por los jardines del palacio Abacial en los que los árboles y estanques se convierten en un pequeño paraíso y gustan de dibujar un otoño rotundamente bello.
Justo allí se encuentra la catedral católica de Oliwa, cuyo mayor atractivo está en un órgano de madera único en Europa en el que los ángeles tocan las trompetas y cobran vida (literal, tienen movimiento) en cada concierto de música sacra (que los hay prácticamente todos los días del verano, así como los domingos en temporada baja).
Gdansk tiene mucho más...
Lo sorprendente de esta área histórica, así como otras, es que son absolutamente desconocidas para el turismo extranjero que cree que con la ruta Real y un bañito veraniego en las playas de Sopot está todo hecho. Gdansk merece descubrirse poco a poco, con la ciudad vieja y su otro ayuntamiento, los grandiosos molinos de agua que aún se encuentran en funcionamiento o los astilleros en los cuales nació el sindicato libre Solidaridad encabezado por un joven Lech Wa??sa (se puede visitar su taller). Y, para los amantes del deporte y el riesgo, no hay que perderse el estadio de fútbol creado especialmente para la Eurocopa del año 2012, el Ambar Arena, en la cual jugó varios partidos España antes de coronarse campeona de Europa. Premiado como el estadio más bello de Europa, a falta de fútbol ofrece una visita a sus instalaciones y la posibilidad de tirarse en tirolina de una grada a la otra. Aunque quizás el mayor premio es verlo iluminado por la noche, recordando una pulida piedra de ámbar.
Sin duda Gdansk es una de las joyas más preciosas de Polonia, que da para un gran viaje en el que poder atrapar la esencia del Báltico, la época medieval y la historia más reciente de Europa.
CÓMO IR
Gdansk tiene vuelos directos a Gdansk con Wizzair desde Barcelona, aunque con escala tenemos compañías como Lufthansa, SAS o la polaca LOT. Aquí puedes ver precios y horarios de los vuelos.
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