Las mandarinas son las nuevas uvas
Agricultores y políticos de Castellón promocionan las mandarinas como producto para comer durante las doce campanadas de fin de año en lugar de las tradicionales uvas
Castellón se vuelca con las mandarinas para recibir 2014. Aunque la batalla a las uvas sigue sin ganarse pues la mayoría de hogares españolas todavía las consumirá por navidad, es una de las propuestas más firmes a desbancarlas después de que otros alimentos hayan intentado alzarse como alternativa
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El Ayuntamiento de Castellón ha lanzado un órdago a las tradicionales uvas del día de nochevieja con un producto tradicional de su provincia, las mandarinas. Pero no se asusten, los políticos y agricultores de Castellón no pretenden que nos comamos 12 mandarinas sino 12 gajos de esta fruta. Así el consistorio envió la semana pasada una caja con 20 bolsas con dos mandarinas cada una a la Casa Real para que este año se tomen los "gajos de la suerte". Al mismo tiempo, el día 29 repartirán de manera gratuita 11.600 unidades de esta fruta en el Mercado de la Toronja.
Según el concejal de agricultura castellonense, Gonzalo Romero, además de ser esta la época donde las mandarinas están en su máximo esplendor de coloración, aroma y sabor, la propuesta pretende apoyar a los agricultores de la comarca.
En la cercana provincia de Alicante, en el pueblo de Vinalopó, están tranquilos pues según sus cifras cerca del 80% de los hogares españoles despedirán 2013 tomando uvas de la denominación de origen de este pueblo alicantino del que ya se han vendido más de 2.000 toneladas.
Pero, pese a que las mandarinas castellonenses son una de las propuestas más sonadas de este año para sustituir a las uvas, no han sido las primeras. Aceitunas, almendras, lacasitos, gominolas... la lista es interminable pero de momento los españoles parecen seguir prefiriendo la tradición de las uvas para recibir a 2014.
Una tradición que nació en el siglo XIX en España como otras muchas en cientos de culturas y países. Se difundió masivamente en 1909 cuando agricultores de Murcia, Almería y Alicante tuvieron un exceso de producción de uva y les dieron salida para que la gente entrara con buena suerte la nueva temporada. Desde entonces se extendió a otras naciones de habla hispana como Cuba y México. Otros variaron la tradición, como en Argentina y en vez de tomar uvas frescas las toman pasas.