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Flandes, el mejor regalo de Bélgica

Como si de una melodía de Jacques Brel se tratase, del mejor lienzo de Jan Van Eyck o la venus más voluptuosa de Rubens, del golpe más certero de Van Damme, la estirada más complicada de Jean Marie Pfaff, o del bocado más sabroso de Eddy Merckx “El Canibal”; Flandes se presenta tan real como estos personajes ilustres que nacieron en su territorio para convertir a esta región en el mejor regalo que Bélgica tiene guardado al resto del mundo.

Ocupando las sempiternas llanuras del norte del país, la comunidad flamenca configura el mapa belga, junto a la sureña Valonia y a Bruselas-capital. No obstante Flandes es, con toda certeza, la que concentra un mayor número de puntos de interés para el visitante. Sus más de seis millones de habitantes presumen de hermosas ciudades, cervezas de cientos de sabores, deliciosos chocolates, pintores célebres, diamantes, encajes, mejillones con patatas, y muchas cosas más. Echamos el diccionario de neerlandés en la mochila y nos disponemos a conocer  un poco más de está histórica región de Bélgica.

Brujas, Gante y Amberes: el tridente imprescindible

Si existen tres ciudades de obligada visita en cualquier periplo por Flandes que se precie, estas son Brujas, Gante y Amberes.

A Brujas, la primera gran capital del antiguo Condado de Flandes, le sobran las presentaciones. Conocida como la “Venecia del norte”, un recorrido en barca por alguno de sus viejos canales o un paseo por su casco histórico (Patrimonio de la Humanidad), son motivo suficiente para retrotraerse a épocas medievales, en las que la ciudad era uno de los asentamientos comerciales más prósperos de Europa

Brujas es evocadora, y ese halo romántico, de callejuelas y de cuentos de hadas no lo ha perdido a pesar del paso de los años. Es un gusto observar las vetustas fachadas del Palacio Provincial o el imponente perfil del campanario (Belfort) que domina la Grote Markt, la plaza principal, que bombea historia a la ciudad impregnando de aire medieval cada rincón de Brujas. Asimismo, no se debe dejar de visitar el Burg, otra hermosa plaza que acoge el edificio del Ayuntamiento (Stadhuis), cuya fachada data del siglo XIV.

Para completar la visita se puede visitar un par de museos: Gruuthuse y Groening, y la iglesia de Nuestra Señora (Onze Lieve Vrouwekerk), que cuenta con la torre más alta de Bélgica, de 122 metros.

Entre Brujas y Bruselas, en la confluencia de los ríos Lys y Escalda, se localiza Gante (Gent), la ciudad flamenca con un mayor número de edificios históricos. Considerada por muchos como la ciudad más bella de Flandes, en Gante hay varios lugares imprescindibles que no se deben dejar escapar. El Castillo de los Condes (Gravensteen) es una de las construcciones más reconocibles, finalizado durante el siglo XIII, se encuentra en pleno centro de la ciudad rodeado por un foso cubierto de agua que le confiere un sugerente carácter medieval. 

Sin embargo, el auténtico símbolo de la ciudad son las tres torres: la torre de la Iglesia de San Nicolás, el Belfort, y el campanario de la Catedral de San Bavón, las cuales se dejan fotografiar muy bien desde el Puente de San Miguel. Aunque si lo que se buscan son lugares encantadores, lo más adecuado es dirigirse al muelle de los herboristas (Graslei) y al muelle de los graneros (Korenlei), donde se suelen reunir los estudiantes de la ciudad y la gente pasea, en un escenario que se convierte en encantador gracias al reflejo de los edificios gremiales en las aguas del canal. Para rematar la visita es recomendable dar un paseo por Patershol, un antiguo barrio de estrechas callejuelas y casitas bajas que concentra las mejores tiendas y restaurantes de la ciudad.

Completando el tridente está Amberes, la más grande y poblada de las tres y a escasos kilómetros de la frontera con Holanda. Situada a orillas del río Escalda, juega un papel muy importante en Europa, puesto que su puerto es el segundo más importante del viejo continente. No obstante, si por algo es famosa la ciudad que vio nacer a Rubens es por los diamantes, en los talleres y fábricas de Amberes se concentra el 85% de la producción mundial en bruto de la preciada piedra, algo que se ve reflejado en las numerosas tiendas que hay en torno a la Estación Central y que explica el hecho de que cuente con una de las mayores comunidades judías de toda Europa.

Amberes también es famosa por la moda, la ciudad cuenta con numerosas boutiques, y los “Seis de Amberes” son un grupo de diseñadores locales que gozan de gran prestigio en el panorama internacional.

Y además es una ciudad con numerosos puntos de interés. Su Grote Mark es una auténtica joya, ya que alberga un buen número de edificios gremiales de los siglos XVI y XVII, el Ayuntamiento del siglo XV, y la estatua de Brabo, personaje mitológico del la leyenda cuenta que fundó la ciudad cortando la mano de Antigón y lanzándola al río. La Catedral es otro de esos lugares de obligada visita puesto que en su interior se encuentran algunos lienzos de Rubens.

Lovaina y Malinas, profundizando en la cultura flamenca

A la sombra de las tres “hermanas mayores”, Lovaina y Malinas quedan excluidas en muchas ocasiones de los circuitos turísticos. Sin embargo, todas ellas cuentan con sus propias peculiaridades. Son ciudades recogidas, bonitas, apacibles y con lugares de interesantes que pueden sorprender al visitante.

La ciudad universitaria por excelencia en Flandes es Lovaina. Su universidad data de 1425 y en ella impartió clases el mismísimo Erasmo de Rotterdam, por eso no es de extrañar el ambiente juvenil que se respira en sus calles, y en especial en los bares y cafés, porque además la ciudad cuenta con una de las tradiciones cerveceras más importantes del país, y eso hablando de Bélgica ya es decir mucho.

En contraposición está Malinas, la capital eclesiástica del país, que cuenta con una importante número de iglesias y edificios históricos, entre los que destaca la bella Catedral de San Romualdo, cuya torre domina la ciudad con sus 97 metros de altura. Este hermoso campanario se compone de dos carrillones con 49 campanas y está incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Cervezas, chocolates y “moules-frites”

Pero no todo va a ser visitar ciudades. En Flandes también hay que dejarse seducir por los tesoros que esta tierra tiene guardado a los paladares más exigentes.

La cerveza es casi una religión en esta región, su tradición cervecera viene de la Edad Media y cuenta con más de 450 variedades diferentes para elegir, de todos tipo de colores, sabores y texturas. Stella Artois, Bolleke De Koninck, Brugs tarwe, Gouden Carolus, Geuze o Kriek, son solo algunas de las marcas y variedades que se han de probar si se quiere ser un auténtico gourmet del preciado “zumo de cebada”. 

El chocolate es otra de las tentaciones flamencas. Los belgas son auténticos maestros chocolateros, produciendo 172.000 toneladas al año de uno de los chocolates mejor considerados a nivel mundial. Es muy fácil encontrar una chocolatería abierta en cualquier ciudad de Flandes, entre las marcas más destacadas están Godiva, Galler, Leonidas, Pierre Marcolini y Côte-d'Or.

Para completar el periplo flamenco no hay que irse sin probar el plato nacional: los moules-frites, es decir, unos exquisitos mejillones con patata fritas que si a priori no parecen un plato demasiado atractivo, la opinión cambia cuando se observa el cariño y la dedicación que se pone en prepararles. Una auténtica delicia y broche de oro para unas pequeñas vacaciones en Flandes, la joya de la corona belga.

 
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