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DEPORTE E IGUALDAD RACIAL

De Jackie Robinson a Barack Obama

Una carrera <b>marcada por las diferencias raciales</b> que encumbró a uno de los mejores en la historia del béisbol, <b>un pionero</b>

Miembros del equipo de los Dodgers de Los Angeles llevan el número 42 en honor a Jackie Robinson en el estadio Dodger hoy, 15 de abril de 2007, en Los Angeles, California (EEUU). La Liga Mayor de Béisbol rinde tributo al aniversario 60 del día en que Robi(EFE (archivo))

Miembros del equipo de los Dodgers de Los Angeles llevan el número 42 en honor a Jackie Robinson en el estadio Dodger hoy, 15 de abril de 2007, en Los Angeles, California (EEUU). La Liga Mayor de Béisbol rinde tributo al aniversario 60 del día en que Robi

"No hay estadounidenses libres en este país hasta que todos lo seamos. No pretendemos nada especial. Sólo pretendemos que nos permitan vivir como viven ustedes, como nuestra Constitución lo demanda", Jackie Robinson

Ser negro. Esa fue la principal barrera que tuvo que sortear Jackie Robinson para conseguir ser uno de los jugadores más importantes en la historia del béisbol norteamericano. El país de la libertad, que ha vivido gran parte de su historia marcado por las grandes desigualdades sociales, fue testigo de la lucha de un hombre por romper la 'barrera del color' en Las Grandes Ligas de béisbol. Una carrera contra la injusticia.

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Jugar en un equipo de élite es una tarea complicada. Para ser profesional en cualquier actividad deportiva se necesita mucho talento, preparación, buenas condiciones naturales y un gran esfuerzo. Incluso por encima de todo se podría incluir una gran dosis de suerte. Pero hubo una época en que no bastaba con aunar todos esos factores. Por increíble que parezca había uno mucho más determinante y que marcaba la carrera profesional de un deportista: el color de su piel.

Un carácter esculpido.

En ese ambiente nació Jackie Robinson en 1919. En el seno de una familia humilde y numerosa de Georgia. Nieto de esclavos, creció y se desarrolló con un sentimiento en su interior que empezaba a emanar. Algo que en un principio no reconoció pero que, a medida que trascurrían sus episodios vitales, pudo asimilar como un concepto que más tarde sería conocido como black power. Una creencia fomentada por las desigualdades que veía día a día y que sufría en sus propias carnes. Estas experiencias forjaron un carácter fuerte, en ocasiones conflictivo, pero sobre todo perseverante.

Pronto destacó en el college y en la universidad de UCLA, gracias a un físico excepcional. Dotado de unas cualidades atléticas únicas, dominaba el deporte que se proponía, obteniendo récords como el de longitud en atletismo y siendo el mejor en baloncesto, fútbol americano y béisbol. Una evolución genética pensada para el deporte. Había nacido para ello. Su físico se podría comparar hoy en día con el de Lebron James, sin toda la carga de entrenamiento, gimnasio y avances tecnológicos del deporte actual.

Después de su paso por la universidad, Robinson luchó en la Segunda Guerra Mundial, de la que volvió condecorado. Sin embargo, como en casi toda su existencia, a Robinson se le midió con una doble vara. Sus superiores le abrieron un expediente por no acatar órdenes que él consideraba discriminatorias. Un proceso por el que fue juzgado y finalmente absuelto. Su personalidad continuaba formándose.

El homenaje de la 'National Baseball Hall of Fame'.

El camino hacia el hito.

En 1945 comienza su carrera en el béisbol jugando en la Negro League, una liga apartada donde sólo competían jugadores de raza negra. En este momento llega el hecho que cambiará su vida: la irrupción del presidente de los Brooklyn Dodgers, Branch Rickey. Este empresario decide en 1946, ayudado por un cambio en la legislación de béisbol norteamericano, dar una oportunidad a Robinson y le hace unas pruebas en su equipo filial, los Montreal Royals.

A cambio sólo le exige dos cosas: la primera que destaque y la segunda que fuese capaz de contener su furia en el ambiente adverso que iba a rodear su entrada en la competición. A las más que posibles adversidades que le plantea el directivo, Robinson responde con una ironía y templanza, que más tarde marcarán su trayectoria: "Señor Rickey, tengo dos mejillas".

El joven afroamericano templa su temperamento y rápidamente destaca con los Royals. Su impacto en esta liga menor es arrollador. Jackie convierte a su equipo en campeón y dispara su propia figura, con el peligro implícito que esa notoriedad representaba en su situación.

Un año más tarde se produce el hecho que marcará la historia del béisbol. Un gesto que trascendió el terreno de juego para instalarse en la conciencia colectiva y que ayudó a seguir transformando la sociedad norteamericana. Jackie Robinson supera el último escollo y debuta con los Brooklyn Dodgers en las Ligas Mayores. Es el primer jugador negro que lo consigue. El primero que no pertenece a la raza caucásica. Un golpe de efecto que sentará un precedente, visible en nuestros días solo con sintonizar un partido de este deporte.

La realidad que puso realmente a prueba su determinación.

Cartas de odio racial y amenazas de muerte por parte de los aficionados. Insultos en los campos, desde la grada y desde el banquillo rival. Pitchers lanzando a su cabeza, catchers que le escupían. Gatos negros arrojados al terreno de juego. Incluso rebeliones dentro de su propio vestuario. Todo esto es lo que Robinson se encontró como 'bienvenida' a la liga. Un recibimiento hostil que no desvió ni un milímetro la intención del jugador. Una demostración de firmeza. La otra mejilla estaba preparada y señalaba el camino hacia su sueño de ser jugador de béisbol profesional.

Gracias a su control y entereza, Robinson fue ganándose el respeto y el apoyo de la gente y de sus compañeros. A partir de ahí, su juego en la segunda base y sus aptitudes, siendo el único afroamericano de toda la liga, hicieron el resto. En su primera temporada fue el mejor novato del año. En 1949 se proclamó MVP de liga. El mejor entre una 'camada' de blancos que habían sido los precursores de este juego. En diez temporadas establecido en la élite consiguió seis campeonatos y unas Series Mundiales (1955). Sus seis apariciones en el All Star de la liga evidencian su calado.

"42. La verdadera historia de una leyenda americana".

Todos estos números hablan por sí solos y nos aproximan al Robinson deportista. Pero lo que hay detrás de esta historia, es un símbolo de sublevación. La lucha contra la segregación racial que tanto tiempo ha acompañado al pueblo norteamericano. Junto con otros 'guías' como Martin Luther King o Malcolm X, con los que compartió momentos personales, Jackie Robinson fue uno de los más importantes defensores de los derechos sociales. Con sus acciones siempre protegió la igualdad de razas. La igualdad de los seres humanos. Así lo expreso en 1949 en el Congreso de los Estados Unidos, cuando fue invitado para contar el ejemplo de su caso.

En 1997, 50 años después del debut de Jackie, su número '42' fue retirado de todos los equipos de la liga por decreto de la MLB. Un gesto de respeto en el mundo actual, un símbolo inimaginable en su momento. Un hecho que no se ha repetido con ningún otro jugador en la historia y que explica el efecto que Robinson causó. Posiblemente el mismo impacto que tendría en Jackie Robinson, el hecho de enterarse que a día de hoy un tal Barack Obama habita la Casa Blanca.

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