Aquí huele a muerto
Trabajadores de los juzgados de Oviedo denuncian el hedor insoportable proveniente de la sala de autopsias del Instituto de Medicina Legal
El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria se trasladó a este edificio del ovetense barrio de La Corredoria cuando ya estaba operativo el Instituto de Medicina Legal. Ambos servicios se unificaron en el mismo inmueble como medida de ahorro.
Más información
El dúo cómico Martes y Trece protagonizó en la década de los 90 una disparatada película que titularon "Aquí Huele a Muerto". Veinte años después, el título que sirvió para una parodia poco afortunada de las películas de terror, describe a la perfección el calvario que padecen los trabajadores del Juzgado de Vigilancia Penitenciara de la ciudad de Oviedo. Desde hace un tiempo, los funcionarios se ven aquejados de náuseas, picores en los ojos, nariz y garganta. No se trata de ninguna alergia o intoxicación. Los síntomas los provocan los "olores a muerto" que proceden del Instituto de Medicina Legal que se aloja en los bajos del mismo edificio.
El caso ya ha sido denunciado ante la Inspección de Trabajo, temiendo que la filtración de los olores puede poner en riesgo la salud de los trabajadores. Por de pronto, la situación es tan insoportable que les ventanas de los juzgados están permanentemente abiertas, y algunos de ellos tienen que salir a la calle con frecuencia para poder respirar. Los olores han ido en aumento en los últimos días con motivo de la limpieza de los digestores del Instituto de Medicina Legal, los dispositivos en los que fermentan los restos orgánicos procedentes de las autopsias, y que supuestamente eliminan los riesgos de contaminación. El problema son sin embargo los nauseabundos hedores que se extienden por todo el edificio.
El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria se trasladó a este edificio del ovetense barrio de La Corredoria cuando ya estaba operativo el Instituto de Medicina Legal. Ambos servicios se unificaron en el mismo inmueble como medida de ahorro. En el momento del traslado los sindicatos ya sospechaban que la medida no olía nada bien.