Entrevistar durante cuarenta minutos a Maxi Iglesias sirve para darse cuenta de que entiende que la relación con la prensa forma parte de su trabajo como ponerse delante de una cámara o memorizar un guion. Le apetezca o no, Maxi se muestra cortés y educado. Lo cual es siempre un rasgo inconfundible de profesionalidad. Marca cierta distancia, pero Maxi no es altivo, no transmite soberbia. Al contrario. Habla con la mirada hacia abajo y usa sus manos para tocar constantemente la mesa que le separa del entrevistador, como si fuera una manera de palpar el terreno. También se toca el pelo. Habla con pausa y firmeza. Muy serio, repasa cualquier proyecto de su carrera. Los que le ocupan en estos meses son la serie «Velvet» de Antena 3 y «Asesinos inocentes», película que acaba de grabar junto a Aura Garrido en Sevilla dirigida por Gonzalo Bendala. Eso supone entrevistar a Maxi. Después, apagada la grabadora y guardado el micrófono, él no tiene problema en conversar, en comentar la entrevista. Charlar con Maxi Iglesias por espacio de media hora permite darse cuenta de que sus 23 años son algunos más en su actitud y en su manera de entender la vida; esa charla permite aprender de él. Es directo y sincero y lo que dice, esté acertado o no, hace reflexionar. Reflexionar, interrogarse a sí mismo, es siempre el escalón inicial de la escalera del aprendizaje. Maxi Iglesias da pie a la conversación y a la reflexión. Encaja las opiniones sobre su trabajo con respeto; incluso cuando lo que oye le desagrada o cuando discrepa con ello. Una cuestión de educación y estilo que él sí posee. Desprende una enorme personalidad. Sabe en lo que cree y cree reconocer en las personas aquellos principios que él valora cuando éstas los atesoran. Lealtad, amor, amistad, confianza, esfuerzo y sacrificio. Son los ingredientes del cóctel vital de este chico que con menos de 7 años ya rodó su primera película y que saltó a la fama nacional con la serie «Física o Química». En toda la entrevista, en toda la conversación, Maxi no para de mencionar dos palabras: esfuerzo y sacrificio. En lo tocante a lo profesional y en lo tocante a lo personal. Las pocas veces que Maxi levanta la mirada coinciden al hablar sobre sus dos mejores amigos y sobre su madre. Llega a hablar de dolor cuando se trata de estas personas, se preocupa de ellas. También de felicidad, disfruta con ellas. Es innegable el amor que le mueve a Maxi por los suyos. Un amor activo que no le hará plantearse si merece la pena sacrificarse por ellos porque para este chico, cualquier esfuerzo por los suyos siempre estará justificado. Posiblemente, sea Maxi más un chico de hechos que de palabras. Posiblemente, Maxi Iglesias comparta muchos de sus valores con ese gladiador de Ridley Scott que a él tanto le gusta. ¿Estás peor, mejor o igual que tu Atleti? [Sonríe] El Atleti es que está muy bien. Ha hecho una temporada muy buena, muy bonita, de esfuerzo, de trabajo en equipo... Y eso siempre es bonito. No sabemos dónde va a acabar, ojalá gane. Respecto a mí, no soy el Atlético de Madrid, pero igualmente, muy contento. Has conocido a jugadores de fútbol, actores... ¿Se te ha caído algún mito? Los mitos caen si tú mismo te los generas. Siempre digo que no esperes nada de nadie y así la sorpresa será mayor, ya sea buena o mala. ¿Te sientes querido por la prensa? Yo me siento muy orgulloso de la gente que me rodea y del cariño que me da. Hoy por hoy, puedo sentirme orgulloso del trato que tengo con la gente en general, no solo con la prensa. Cada lunes pienso: «Qué suerte tiene Maxi Iglesias al poder rodar escenas con Aitana Sánchez-Gijón y con José Sacristán»... Me siento muy afortunado. Lo dije el día de la presentación de «Velvet», una de las cosas que más me llamó la atención del proyecto y que me hizo elegirlo fue la gente con la que iba a estar rodeado y, por tanto, la oportunidad de seguir creciendo cada día, de estar acompañado de gente tan grande y tan profesional. En los últimos proyectos he estado rodeado de gente muy importante: en «Toledo» con Juan Diego, aquí en «Velvet» con Aitana y Sacristán (dos de los actores con los que más comparto escenas), en «Asesinos inocentes» con Miguel Ángel Sola... Gente que lleva toda la vida, te demuestran la profesionalidad que tienen y que al final, la gente que vale la pena no está haciendo el gilipollas. ¿Es una putada tener que darle la réplica a estos dos? Porque claro, las comparaciones aparecen, la gente te compara en función a quién le das la réplica... No, una putada no, desde luego [ríe]. Las comparaciones siempre van a estar ahí. Quien haga caso de las comparaciones es porque quiere y quien las haga también es porque quiere. Yo me centro en lo mío y en ayudar en la gente que tengo alrededor: sea Aitana, José o quien sea. Estamos trabajando en la misma serie, por tanto, seamos compañeros, generosos y tomando un café o en la comida, obviamente, sí estás «enfrente de»; pero en el momento en el que dicen «acción» somos dos o tres actores que vamos a una. El día de la presentación de «Velvet» dijiste que tu personaje era el más pequeño en todos los sentidos. Hablaste, me pareció, con mucha humildad y sinceridad. ¿Es una humildad real? Siempre digo cosas sinceras, no digo cosas por rellenar el expediente o para que me busque más prensa. Si lo dije fue porque lo pensaba y lo pienso. Tú me hiciste una entrevista hace tiempo y no creo que hayas encontrado muchos cambios y lo más seguro es que, dentro de unos años, también sea así. Me han enseñado muy bien, me han educado muy bien, con los pies en la tierra, valorando lo que tienes alrededor, valorando las opciones que te da la vida y a saber a seleccionar muy bien la gente que vale la pena y la que no. Como dije en la rueda de prensa: soy el más pequeño por edad y porque el personaje es el que menos secuencias puede tener en un capítulo. No me importa cuando esas secuencias son con gente de la talla de Aitana o de José Sacristán. ¿Qué has aprendido de ellos? Más que aprender, que también aprendes, lo que me gusta de esto es remarcar algo que sé desde hace tiempo: la gente con mucha experiencia a sus espaldas y de un nivel muy grande al final son los que menos alardean y los que menos intentan llamar la atención. Esto hace el trabajo muy fácil. Normalmente el más famoso no suele ser el mejor actor... Lo primero que hay que tener claro es eso: que el que seas más conocido o más famoso no significa que puedas llegar a ser el mejor o que lo seas. Yo he enfocado mi carrera a una carrera de continuidad. Si eres consciente de que va a haber picos más altos y más bajos y que, más o menos, te vas a mantener... es lo que yo busco. ¿Cómo es Maxi Iglesias en los picos bajos? En los picos bajos, creo que hay que ser práctico y trabajar para volver a estar en los picos altos o sacar cosas de provecho y que te sirvan para que cuando lleguen los picos altos seas más consciente y estés más agradecido. Te percibo más serio ahora que hace tiempo, ¿lo eres? No, la verdad que no. Soy un chico de 23 años que crece a nivel personal y profesional. ¿Cómo has crecido a nivel personal? A nivel personal creces, vas aprendiendo cosas, vas eligiendo caminos, vas decidiendo lo que es mejor o peor para ti... Básicamente se trata de ir madurando. Hablas usando en primera persona verbos como «elegir», «decidir»... Desprendes personalidad. ¿Qué importancia tiene la personalidad en el mundo del actor? Un mundo en el que con 19 o 23 años te enfrentas a la toma de decisiones que te pueden cambiar la vida y que en otras profesiones quizá esas decisiones las debas tomar con 30 o 40 años... Mira, yo opté por ser muy fiel a mis decisiones. Puedes decir que tengo una personalidad fuerte, o muy bien dibujada. Pero no pensando si eres actor o no, sino pensando en tu vida. El ser fiel a tus decisiones o a tus principios se puede trasladar a cualquier profesión. Si tienes claro lo que quieres y lo que no es más fácil el que puedas dirigir tus aspiraciones profesionales o tus metas; seas lo que seas. Sí, pero no en todas las profesiones sales en la televisión y te llueven los amigos, se te acerca gente que, supuestamente, quiere lo mejor para ti, te invitan a ir a sitios... Cuando tienes un trabajo que tiene una repercusión social, obviamente, la gente se interesa por ti y por lo que tú puedes ofrecerles. Luego está en tus manos ver qué busca realmente esa gente y si a mí me puede aportar algo o no. Cuando presentaste la película de «El secreto de los 24 escalones» decías «si ocurre algo, no suelo darle la espalda. Intento afrontarlo». ¿Quién o qué te ha formado en ti esta actitud? La vida, básicamente. Eso lo dije porque en la película se descubre una cosa y los personajes siguen adelante. Es una de las cosas que tenía en común con el personaje. Si yo sé que hay una situación en la que si le das la espalda estás atentando contra tus ideas y contra lo que has aprendido desde pequeño (ayudar a los demás, preocuparte por los demás, ser atento...), al darle la espalda a la situación se la das a todo eso también. ¿Valoras mucho la lealtad? Valoro la lealtad. Claro que sí. En los días difíciles se valora la lealtad. En los días buenos, también. En los picos altos, bajos... siempre. ¿Te arrepientes de haber aceptado algún proyecto de los que has aceptado? No, creo que todos me han servido para algo. No necesariamente deben servir a nivel taquilla o audiencia, deben servirte a ti y como todos me han servido para algo, no me arrepiento. Tras «Toledo» te fuiste unos meses al extranjero, a formarte, a realizar algún proyecto fuera de España... ¿qué echaste de menos a nivel personal en esos meses? El cariño es lo que a mí me hace feliz, los míos, mi familia y mis amigos. La gente que me rodea día a día es lo que echas de menos cuando estás fuera. Hace años estudiabas un ciclo de Comercio Internacional, no veías claro esto de ser actor o de que, por lo menos, durase en el tiempo, ¿sigues teniendo dudas sobre dónde te vas a ver con 40 años? Me saqué el grado medio y luego me metí en grado superior, que no pude hacer las prácticas. El año pasado me matriculé en Realización de Cámara. Digamos que me encanta mi trabajo y el día de mañana, con 40 años, me seguirá seguir relacionado con mi trabajo aunque con más posibilidades a parte de actuar. Hay algo que me sorprendió mucho de ti, porque no es habitual, y es verte en más de un estreno acompañado por tu madre. ¿Qué supone para ti ella? Todo lo que te he contado viene de ella, la educación que he recibido, la persona que ha estado detrás de que no dejara de esforzarme y de que no permitiera que esto me superara ha sido ella. ¿Has tenido algún momento en el que hubieras deseado no ser famoso? Al ir de compras, al cine, de vacaciones... El ser famoso [dice con desgana, «la palabra es un poco...»], el ser conocido, viene del trabajo. Pero mi trabajo, personalmente, me aporta tanto que los aspectos más negativos los llevo bien. ¿Eres un tipo consciente de la realidad en la que vive España? Tus vecinos, amigos... Seguramente tengas más capacidad y tranquilidad económica que cualquier chico de 23 años que encontremos por la calle... ¿Ves las noticias? Claro que soy consciente. Mis principales fuentes son mis dos mejores amigos que están estudiando carreras y lo están viendo muy crudo. Claro que eres consciente y, aunque tengas un trabajo como el mío, se te puede trasladar esa incertidumbre y ese malestar. ¿Qué es lo que te jode, lo que te molesta a ti? Uno de estos amigos, se está formando muy bien, está estudiando mucho, tiene diferentes posibilidades de trabajo, pero a pesar de tener peores condiciones decide trabajar en lo suyo para acompañar estos conocimientos que ya tiene... y aún así, sabe que cuando salga de la carrera va a tener muchas complicaciones. [Silencio]. Me duele por él. En «Velvet», tu personaje (Max), tiene un punto enigmático, como de guarecerse tras una coraza. ¿Puede ser algo que tenga en común Maxi con Max? Tengo en común que es muy observador y que cuando se pone un objetivo entre manos intenta luchar con él hasta el final. En la película que acabo de rodar me pasa un poco esto también, ir hasta el final, no abandonar. Con Max me parezco en eso. ¿En lo de la coraza también? Es sencillamente lo que te dan, tanto en la vida real como lo que le puede pasar a Max en «Velvet». Si veo en esa persona que es buena, que me puede interesar, no va a haber esa especie de muro o película. Si, como Max, pienso que en esa persona no hay nada que aportar o que no la va a ver más, no se va a involucrar. Eso que has dicho de tus personajes, que se caracterizan por no abandonar, por seguir adelante... ¿Qué importancia tiene eso para ti, personalmente? Me aporta muchísimo el hecho de no abandonar por un tema de crecimiento y esfuerzo. Lo podré hacer mejor o peor -nunca digo que sea ni mejor ni peor actor-, pero el esfuerzo no me lo quita nadie. Yo no juzgo como espectador a mis compañeros. Yo veo si me gustan o no, pero no me meto en si es mejor o peor actor. Esto lo hace mucha gente. ¿Te esfuerzas mucho? Sí, claro. Y cuando has dicho antes que tu personaje se parece a ti a que lucha por intentar conseguir su objetivo, ¿qué objetivo tienes tú? ¿Yo? Apuesto mucho por mi trabajo. Quiero seguir en contacto con él, formándome, trabajando, aprendiendo... Esa es la intención. ¿En qué cree Maxi Iglesias? [Enumera despacio y pensativo] Sinceridad, transparencia, amistad, lealtad, entrega, respeto, generosidad, esfuerzo, sacrificio. ¿Qué te hace reír a ti? ¿Qué te divierte? Me divierte estar con los míos, sentir que, a pesar de cualquier cosa que haya a mi alrededor, cuando estamos juntos estamos bien. Ya solo por el hecho de que estemos juntos se le quita fuerza a cualquier cosa. Eso me encanta.