Ocio y cultura

Un lugar parecido al paraíso llamado Bahamas

Si el paraíso es -según los cánones estereotipados- una playa interminable y solitaria de arena fina y dorada orlada por cocoteros y bañada por un mar verdeazulado, cálido y transparente, se encuentra en Bahamas. Este archipiélago del mar de las Antillas, destino popular para el mercado estadounidense aunque poco conocido por el español, es un lugar excitante que aún conserva un estilo de vida pausado y una naturaleza caribeña exultante.

Bahamas está formado por más de 700 islas, islotes y cayos – la inmensa mayoría deshabitados y de reducidas dimensiones– que se extienden en forma de arco por el mar de las Antillas, con un extremo apoyado en la costa norteamericana de Florida y el otro en el norte de Cuba y Haití. No es pleno Caribe, tampoco pleno Atlántico. Pero de los dos ámbitos marinos toma parte de sus características geográficas y climáticas. Las islas se conocían ya desde que los primeros galeones españoles empezaron a fisgonear por el Nuevo Mundo. De hecho, y casi con seguridad, la playa donde Colón puso la primera huella europea en el continente americano aquel 12 de octubre de 1492 pertenecía a una de las islas de este archipiélago. Cuál de todas sigue siendo uno de los misterios más fascinantes de la historia y la geografía.

Dada la profusión de bajíos y aguas someras, aquellos primeros navegantes españoles llamaron al conjunto las islas de Bajamar. Pero despreciaron su colonización porque no podían sacarles demasiados réditos económicos. Posteriormente llegaron los ingleses, que sí se quedaron y echaron raíces. Su natural imposibilidad para pronunciar la “r” española convirtió a la islas en las bahamas.

Nassau, en la isla de New Providence, es la capital de Bahamas. Nassau nació y creció como puerto de piratas, bucaneros y gentes del corso, dedicados al noble oficio de rapiñar naves españolas cargadas de oro que iban desde las colonias del Nuevo Mundo a la península. Un lugar de paso obligado porque allí está el aeropuerto internacional, pero la menos auténtica de todas las islas porque concentra el grueso de la población (un tercio de los 300.000 habitantes del país) y el muelle de cruceros. No obstante, ya que hay que pasar por Nassau, merece la pena deambular un día por el centro urbano, repleto de mansiones coloniales británicas del siglo XVIII. También merece la pena entrar a alguno de los bares con sabor local (no quedan muchos) de Shirley Street o Bay Street a escuchar goombay, el son bahameño por excelencia. Y darse una vuelta por el Straw Market, donde afloran todo tipo de artesanías, desde los típicos recuerdos impersonales a interesante cestos y otros trabajos fabricados con hoja de palmera. Los amantes del submarinismo tienen también una cita: Stuart’s Cove, un centro de buceo especializado en inmersiones con tiburones.

Grand Bahama, en el norte del archipiélago, es otra de las islas grandes y muy populares entre el mercado turístico norteamericano. Tiene unos 60 km de largo por apenas 12 de ancho y un perfil más llano que el fondo de una sartén. Grand Bahama siempre tuvo fama de destino barato y masivo para turistas con ganas de sol, cerveza a precio asequible y pocas inquietudes culturales o de otro tipo. Algo así como la isla perfecta para viajes de estudios. De hecho hay conexiones diarias en barco desde Florida, de la que dista apenas unos 65 km. Esa sensación de aculturización queda magnificada en su capital, Freetown, una ciudad de edificios modernos sin mayor interés arquitectónico o histórico. Sin embargo fuera de esta primera capa de frivolidad, la isla tiene bastantes alicientes, sobre todo para los amantes del buceo. Sus costas ofrecen excelentes inmersiones en aguas cálidas y de gran visibilidad.

A media hora en avioneta de Nassau aparece esta isla alargada, estrecha y singular. A vista de pájaro Eleuthera, la isla “de la libertad”, parece una gigantesca y alargada manga de tierra que parece fuera a ser engullida por el océano en cualquier temporal. Aquí se asentaron los primeros británicos que colonizaron las islas; puritanos huido de Inglaterra durante la Guerra Civil de Cromwell contra Carlos I. Por eso el nombre de la isla. Eleuthera tiene unos 11.000 habitantes y algunas de las playas más largas y hermosas de Bahamas, incluida la famosa playa Rosa (foto de apertura), con arenas coloreadas de esta tonalidad por la erosión del caparazón de unos minúsculos animales marinos llamados foraminíferos.

Para los amantes de la navegación se recomienda el grupo de las Abaco, el segundo conjunto insular más grande del archipiélago, y también el más cercano a la costa norteamericana. La miriada de islotes, cayos, canales y bajíos de aguas transparentes que forman las Abaco son perfectas para deambular al pairo de los vientos y han convertido a esta zona de Bahamas en la capital de la navegación a vela de las Antillas.

Cuando llegaron los españoles, las Abaco estaban habitadas por aborígenes lucayanos, que desaparecieron en pocas décadas por enfermedades y sobreexplotación abusiva. Durante más de dos siglos no volvió a haber presencia humana constante en Abaco hasta que en 1783 comenzaron a llegar a sus luminosas costas barcos cargados de familias lealistas, colonos americanos fieles a la causa británica que huían del continente tras la guerra de la Independencia estadounidense. Fueron ellos los que fundaron los primeros asentamientos, incluido Marsh Harbour, la ciudad más grande de la zona, situada en Great Abaco.

Andros es la más grande de las 26 islas habitadas de Bahamas, sin embargo sus casi 8.000 habitantes se concentran en la costa este; el resto de la isla, incluido todo el interior, está deshabitado. Los bajos de arena que rodean casi toda su costa siempre dificultaron el desembarco de grandes naves. Es una de los paraísos naturales de Bahamas, con arrecifes, cayos, estuarios y manglares, llanuras intermareales y lagunas de aguas salobre. El interior está colonizado por bosques de pino autóctono de Andros. Andros es otro paraíso para buceadores. El centro de buceo Small Hope Bay Lodge organiza inmersiones con tiburones y también espeleobuceo en los célebres blue hole, cavidades terrestres pero llenas de agua salobre, al estilo de los cenotes mexicanos.

Bimini

Es la isla de Ernest Hemingway. El escritor norteamericano, premio nobel de Literatura, pasaba largas temporadas en Bimini pescando y escribiendo en su cabaña de Brown’s Dock; solía ir a comer y beber al Angler Hotel (hoy desaparecido; lo destruyó un incendio en 2006). Bimini lo componen dos pequeñas islas tan llanas como la palma de la mano y varios cayos. Bimini Sur tiene forma rectangular y apenas está habitada, más allá de un par de hoteles, el aeropuerto y un centro de investigación marina. En Bimini Norte la zona habitable se reduce a una manga de arena de 11 kilómetros de largo por apenas 365 metros de ancho. Aquí escribió parte de Tener y no tener. Los domingos montaba memorables veladas de boxeo y alcohol en el hotel Angler. Bimini es famosa por sus aguas claras y transparentes. Un verdadero remanso de paz a pocas millas de la costa estadounidense.

Después de esto, si no te han entrado ganas de lanzarte a las playas de Bahamas, ¡cuidado porque no tardará mucho en llegar ese impulso! Un buen momento para aprovechar y disfrutar de las vacaciones de verano en un lugar especial y único. ¡Ya está bien de las típicas playas, es hora de un buen cambio!

 

 
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