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La sonda espacial Kepler descubre la primera "Mega-Tierra"

Astrónomos de EEUU han descubierto un planeta rocoso como la Tierra pero que pesa 17 veces más y que está situado a 560 años luz en la constelación Draco

La primera "Mega-Tierra" está situado a unos 560 años luz de la Tierra en la constelación Draco.(CfA)

La primera "Mega-Tierra" está situado a unos 560 años luz de la Tierra en la constelación Draco.

Un nuevo descubrimiento ha sorprendido a los astrónomos de todo el mundo. La sonda espacial Kepler de la NASA ha detectado un nuevo tipo de planeta, que se pensaba que era imposible: un mundo rocoso que pesa 17 veces más que la Tierra y al que han bautizado con el nombre de "Mega-Tierra". Este nuevo tipo de planeta desafía las teorías sobre la formación de estos cuerpos celestes porque, hasta ahora, se pensaba que los planetas de gran tamaño captan tanto gas hidrógeno durante su formación que sólo pueden convertirse en un gigante gaseoso similar a Júpiter

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La recién descubierta "Mega-Tierra" da una vuelta a una estrella similar a nuestro Sol una vez cada 45 días y está situado a unos 560 años luz de la Tierra en la constelación Draco.

"Nos hemos quedado muy sorprendidos cuando nos dimos cuenta de lo que habíamos encontrado", ha indicado el autor principal del trabajo, Xavier Dumusque. "Es el Godzilla de las tierras".

La "Mega-Tierra" ha sido descubierta por la nave espacial Kepler de la NASA, la sonda que busca planetas fuera del Sistema Solar a través del método del tránsito. Esto es, detecta la atenuación de una estrella cuando el planeta pasa por delante de ella. Mediante la medición de la cantidad de atenuación, los astrónomos pueden calcular el tamaño físico del planeta o su diámetro.

Según el trabajo que ha sido presentado ante la Sociedad Astronómica Americana (AAS), la "Mega-Tierra" tiene un diámetro de unos 29.000 kilómetros, es decir es más del doble de grande que la Tierra.

Revolución teórica

La "Mega-Tierra" (oficialmente llamada "Kepler-10c") demuestra que el Universo fue capaz de formar enormes rocas, incluso durante el tiempo en que los elementos pesados eran escasos. "Estudiando a Kepler-10c hemos descubierto que los planetas rocosos se podrían formar mucho antes de lo que pensábamos. Y si se han podido formar las rocas, también se ha podido formar la vida", ha apuntado el autor de esta revolucionario trabajo.

Esta investigación implica también que los astrónomos no deben descartar las viejas estrellas en la búsqueda de planetas similares a la Tierra. Y si las estrellas viejas pueden albergar Tierras rocosas también, por lo tanto, hay más posibilidades de localizar mundos potencialmente habitables en el Cosmos.

Javier Gregori

Javier Gregori

Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos...

 
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