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Unas elecciones "íntegras e independientes"

El Comité Electoral tras el resultado de las presidenciales egipcias Pocas sorpresas podía ya deparar el anuncio de la Comisión Electoral egipcia. El Cairo lucía este martes lleno de banderas y pancartas con el rostro del nuevo faro del país árabe, el ex jefe del ejército, Abdel Fatah al Sisi. Aunque en realidad la imaginería nunca se ha marchado desde que el 3 de julio del año pasado diera carpetazo a la presidencia del islamista Mohamed Morsi. Mucho distaba este ambiente del que se produjo hace dos años, cuando las calles de la capital egipcia bullían ante la incertidumbre de quién sería el primer mandatario elegido democráticamente en las urnas, el oficialista Ahmed Shafiq o el propio Morsi. La apabullante victoria de Al Sisi, con el 96,9 por ciento de los votos, es a ojos de los más moderados quizá sonrojante. Aunque ni las estructuras del Estado, ni los medios de comunicación locales parecen pensar igual. La rueda de prensa en la que debía anunciarse el resultado ya sabido comenzaba con los asistentes –periodistas, funcionarios, representantes judiciales…- grabando con sus móviles lo que sería un momento histórico para la historia reciente del país de los faraones. Un fogonazo que deslumbraría al mundo, como han repetido machaconamente desde el Gobierno. En esas, el presidente de la Comisión Electoral, Anuar Rashad Rashad al Assy, insistía en el mensaje. “El proceso electoral, sin precedentes, se ha basado en los estándares internacionales y se ha caracterizado por su independencia e integridad”, decía. Poco antes de felicitarse por haber ampliado un día más las votaciones, alegando un calor sofocante, que había dejado a muchos egipcios en sus casas. Un 10 por ciento del electorado acudió a las urnas durante la tercera jornada, según la comisión, pese a las imágenes de los colegios vacíos. De forma que la participación quedó en un más que digno 47,45 por ciento, eludiendo las dudas que habían pregonado muchos, incluido el perdedor de los comicios, Hamdin Sabahi.

“Abdel Fatah al Sisi obtuvo 23 millones, 780 mil votos…” es todo lo que pudo decir el presidente del comité, antes de que los asistentes convirtieran el auditorio del Servicio de Información del Estado en un salón de bodas. Los gritos ya no cesaron hasta el final de la conferencia, que terminó poco después ante el jolgorio desatado. Las mujeres ululaban al modo de los fiestas populares y al “Sisi, Sisi” se sucedían ya las canciones patrióticas que han difundido sin cesar los medios egipcios y han repicado el tímpano de los ciudadanos durante las últimas semanas. La celebración no podía ser improvisada. La música resonaba en todo el edificio y en pocos segundos decenas de personas, la mayoría periodistas, ocupaban el atril desde donde Al Sisi acababa de ser proclamado nuevo rais. El tesoro más preciado era una corona de flores, más propia de un funeral que del bautizo que se acababa de producir, y un póster con el busto del mariscal del que todos querían ser abanderados. Costaba salir de la sala sin recibir los parabienes de los invitados, deseosos de transmitir “a Occidente” un mensaje de amor. El colofón lo ponían ya en la calle los agentes de la policía. Uno de ellos, rifle al hombro, se servía de una sola mano para entregar a oriundos y foráneos una flor con el mensaje: “El Ministerio del Interior le felicita por la victoria de Abdel Fatah al Sisi”.Los más entusiastas hacían sonar sus bocinas y enarbolaban sus enseñas nacionales, rumbo a Tahrir, donde se habían concentrado algunos miles para continuar con la verbena. Hace dos años, Morsi pronunció allí un discurso poco después de su investidura, aunque al nuevo líder le va más la televisión que el contacto personal. Como ha acostumbrado desde su primera aparición pública se refirió a los egipcios en un mensaje previamente grabado para advertirles de que “ha llegado la hora de trabajar” y prometerles que “el futuro será brillante”. Los presentadores de televisión continuaban con sus danzas en directo, mientras desgranaban las cifras oficiales que le otorgan a Al Sisi casi 24 millones de votos por los 13 que obtuvo Morsi. Un día despúes de anunciarse los resultados, ni siquiera se conoce cuándo se producirá la investidura, mientras su campaña sigue convocando a sus fieles a diferentes actos de homenaje. La Unión Europea, que envió una misión de observadores para supervisar las elecciones, negó en repetidas ocasiones que su tarea no era legitimar el proceso. En la presentación de su informe previo declaró que se habían celebrado en “un ambiente democrático, libre y honesto”.

 

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