La gran revolución del presidente negro
La irrupción de Fela Kuti, a mediados de los años sesenta, cambió para siempre el rumbo de la música africana. Su música, sus letras y sus mensajes serían un pulso al gobierno nigeriano y a los poderes de un país sacudido por la corrupción. Kuti se enfrentó a todos y aceptó las terribles consecuencias de sus canciones y de sus actos. Pero Kuti no nació siendo un radical, más bien todo lo contrario. “La educación de Fela fue totalmente cristiana, occidental y monógama”, explica Luna. “Su padre era un estricto pastor religioso y su madre fue una activista por la independencia de Nigeria”, añade. El gran cambio en Kuti se produjo durante sus viajes, primero a Inglaterra y más tarde a EEUU. Esas experiencias cambiarían su forma de entender la música y la vida. Kuti llegó a Inglaterra para estudiar música y allí entró en contacto con el jazz europeo. Aunque el gran cambio del nigeriano se produjo en sus viajes por América, donde conoció el movimiento por los Derechos Civiles, a las Panteras Negras y las ideas de Malcom X. “Curiosamente fue en EEUU donde Kuti comprendió su negritud y su cultura africana. Todo eso lo incorporaría a su música devuelta a Nigeria”, aclara la periodista. Esos viajes y esas experiencias darían forma a la obra de un artista diferente, comprometido y valiente.
Fela Kuti entendió pronto que la música era el vehículo ideal para expandir sus ideas, su mensaje. Para ello crearía su propio género: el afrobeat, una música trance y densa que mezcla el jazz europeo con la canción protesta y los ritmos africanos en canciones infinitas que dieron forma a un catálogo único e inigualable, unas canciones que se expandieron rápidamente por Nigeria y por los países vecinos, y que llevaron a Kuti a enfrentarse contra todos los poderes de Nigeria. “Kuti creó un periódico, una comuna y un partido político con el que intentó presentarse varias veces a las elecciones”, aclara Sagrario Luna. Ese atrevimiento y esas denuncias llevaron al músico a convertirse en el gran enemigo del gobierno de su país. “En el 74 sufrió tres agresiones policiales muy violentas y pasó varias veces por la cárcel acusado de varios delitos que no pudieron demostrar”, añade la periodista. Pero las cosas se torcieron de verdad en 1977, cuando el ejército nigeriano atacó y destruyó su comuna tirando a su madre por la ventana –ésta fallecería meses después a causa de la heridas-. En ese furioso ataque también violaron a las mujeres de su comuna y castraron a los hombres de su banda. Kuti resultó gravemente herido, pero se recuperó. Un año después, el músico se casó con sus 27 coristas reconociendo así su lealtad y valentía. “Cada golpe que recibió lo fortaleció más, aunque se tuviera que exiliar volvía y decía las cosas con nombres y apellidos”, explica Luna.
Los hijos de Fela han sido los grandes continuadores de su obra. Femi es todo un referente de la música africana y un artista comprometido y valiente que ha sabido superar la sombra del legado de su padre al tomar su propio camino musical pero sin perder nunca el enfoque político de su música. Otro de los grandes nombres del afrobeat actual es Seun Kuti, el hijo pequeño de Fela, que tomó las riendas de la banda de su padre tras la muerte de este en 1997. Aunque la labor inicial de Seun era continuar con la música de Fela, en los últimos años el músico ha tomado su propio rumbo firmando unos álbumes realmente interesantes. Pero el legado de Fela Kuti va más allá de su familia, como decía su hijo hay bandas haciendo afrobeat en todos los rincones del mundo. En EEUU destaca Antibalas, una banda de Brooklyn que tras cinco años de silencio editaron el año pasado un álbum homónimo en Daptone Records. Antibalas es un grupo que mantiene el enfoque político del afrobeat y sus canciones incluyen reflexiones sobre el mundo actual, críticas al capitalismo y llamamientos a un sistema más justo. “Aunque Antibalas es un grupo muy conocido es un proyecto poco rentable porque somos doce músicos y mover algo tan grande es complicado”, explica Martin Perna, miembro fundador de Antibalas y Dap-Kings. “Somos la orquesta de afrobeat más conocida del mundo, sin contar a los Kuti, pero viviríamos en la pobreza si solamente hiciésemos esto. Todos tenemos otras cosas al margen del grupo para poder pagar las facturas”, añade. Algunas de esas cosas incluyen proyectos tan importantes como la dirección musical de ‘Fela’, el musical sobre el nigeriano que ha triunfado en Broadway.
El afrobeat también está presente en España, tanto como influencia en distintas bandas -como Pyramid Blue- como en grupos dedicados a este género como Ogun Afrobeat. Akin Dimeji Onas, líder de la banda, llegó a España hace 8 años desde Nigeria y hace 6 montó esta banda que desde entonces no ha dejado de crecer dando a conocer esta música hipnótica y combativa. Akin no duda en señalar la importancia de Fela Kuti en África y está contento por cómo esta música se ha ido asentando en España. “Cada vez hay más salas que programan esta música y cada vez hay más público para estos sonidos. El afrobeat es ritmo y sentimiento y es una música que encaja en todo el mundo. Fela es un artista que luchó por la ciudad, por la gente normal y por la comunidad, por eso es tan importante en Nigeria”, explica Akin.
Pocos artistas han conseguido un impacto social y musical tan grande como Fela Kuti, un hombre complejo con sus luces y sus sombras, pero un artista valiente como pocos que creó su propio género para combatir las injusticias, la corrupción y la violencia. Kuti pagó las consecuencias de su lucha y vivió al margen del éxito, llevando una vida humilde y familiar, con sus amigos, esposas y aliados, cuidando de ellos. “Hay sombras también en la vida de Fela”, admite Sagrario Luna. Pero quizá todo eso quede en un segundo plano cuando hablamos de un hombre que inventó una música y que la utilizó como arma frente el ejército, el gobierno y el clero pasando a la historia como el gran revolucionario africano, como el gran músico de Nigeria.




