Los refugiados ganan la batalla en Berlín
Durante más de una semana un grupo de unos 40 refugiados y simpatizantes se han negado a abandonar una antigua escuela que ocupaban desde 2012
Durante días, la presión policial ha sido intensa. Los refugiados quieren permanecer en Alemania aunque sus solicitudes de asilo han sido rechazadas por las autoridades pertinentes.
La presión policial no ha conseguido amilanar a los cerca de 40 refugiados que desde hace más una semana se negaron a ser desalojados de la escuela situada en el barrio berlinés de Kreuzberg, un edificio en el que residían desde 2012.
Los inmigrantes, en su mayoría africanos que llegaron a Berlín huyendo de países en guerra, han logrado arrancar un compromiso a las autoridades locales que les permitirá permanecer en la escuela que desde hace meses se ha convertido en su casa.
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Los cerca de 40 refugiados que se encaramaron al antiguo edificio podrán permanecer en un área delimitada del tercer piso del colegio. Las autoridades se han comprometido además a renovar las instalaciones y a dotarlas de duchas.
Anoche, Stefan Redlich, portavoz de la policía, confirmaba que se anulaba la orden de desalojo y los refugiados firmaban públicamente el acuerdo alcanzado delante del edificio.
Atrás quedan días de mucha tensión en los que el barrio berlinés en el que se encuentra la escuela fue tomado por unos 900 policías. Los refugiados subieron hasta el tejado del edificio e incluso amenazaron con saltar al vacío en caso de que la policía optara por un desalojo forzoso. A pesar del triunfo, el objetivo de los refugiados no es simplemente quedarse en la escuela sino lograr el derecho de permanecer en Alemania. Por el momento, sus solicitudes de asilo han sido rechazadas. La alcaldesa del barrio de Kreuzberg, Monika Herrmann, de Los Verdes, ha solicitado al senador de Interior, Frank Henkel, de la CDU de Merkel que los refugiados permanezcan en Alemania por razones humanitarias. Una propuesta que, según datos de la televisión RBB, el senador conservador ha rechazado.
En el edificio vivían desde 2012 unas doscientas personas aunque la mayoría de ellos fueron trasladados la semana pasada a otro alojamiento ante los requerimientos de la policía.