La titular italiana de Exteriores, Federica Mogherini, y el primer ministro polaco, Donald Tusk, que partían como favoritos para ser elegidos jefa de la diplomacia europea y presidente del Consejo Europeo, respectivamente, en la cumbre europea de hoy en Bruselas, cumplen con las expectativas. Donald Tusk, jefe del gobierno polaco ha sido confirmado como presidente el Consejo de la Unión Europea a partir del día 1 de enero tras renunciar el Partido Socialista Europeo a defender el puesto para la danesa Thorning Schmidt. Su inglés no es muy «fluido» y su francés es nulo pero aprendió alemán desde pequeño, y habla con Merkel sin traductores porque su región de origen forma parte del territorio que Alemania consideraba suyo. Sus amigos mantienen que es un «político con enorme experiencia» y en su haber está ser el hombre que unió a la derecha más democrática para derrotar a Kachinski. Van Rompuy, con quien se le compara, tiene mucho que ver con su candidatura. La alternativa era Thorning Schmidt, jefa del gobierno danés y socialista aunque la posibilidad nunca tuvo el apoyo del PSE que considera a la dama del «selfie» con Obama más cercana al británico Cameron que a la tradicional social-democracia. Leta, exjefe del gobierno de Italia fue otra opción hasta que Renzi decidió colocar de Alta Representante a su joven ministra de Exteriores. Hoy, Federica Mogherini es la otra cara de Donald Tusk. Ella como representante de la nueva izquierda europea. Él como símbolo de la Europa que aún no ha perdonado ni el comunismo ni las heridas de la Segunda Guerra Mundial. Factores que hay que tener en cuenta para entender la crisis entre Ucrania y Moscú que tanto afecta a la Unión Europea.