Siete claves para civilizar a los niños después del verano
En septiembre, nuestros hijos están llenos de energía
Devolverles a una rutina después de las vacaciones es complicado.
Llegan después de un mes de vacaciones en los que ellos, como nosotros, se han saltado las rutinas. Las semanas en las que hemos vuelto a casa pero todavía no han empezado las clases son, cada año, motivo de frustración entre padres y niños.
"No está mal pensar que uno no soporta a su hijo", dice Rocío Ramos-Paul, con humor, al pensar en lo agotadores que resultan los niños que, llenos de fuerza acumulada durante el verano, se resisten a amoldarse a la rutina. Para no llegar a tal extremo, hemos recordado, hoy, algunos consejos con los que lidiar con los sentimientos encontrados de septiembre.
1. Tener paciencia. Solo son dos semanas en los que hay que ser un poco más rígidos. Una vez vuelven las rutinas, vuelve también la tranquilidad a la convivencia.
2. La excepción es fundamental para entender la norma, pero debemos asegurarnos de que los niños comprenden los motivos por los que, en alguna ocasión, nos saltamos las reglas en lugar de cumplirlas.
3. No provocar demasiadas expectativas en torno a la vuelta al colegio. Hay niños a los que les gusta y a los que no, así como nuestro hijo no tiene por qué estar deseando ver a sus amigos y volver a socializar.
4. Los profesores también padecen el exceso de energía con el que los más pequeños vuelven a clase, es más: para ellos, los niños son su trabajo. Ellos, mejor que nadie, conocen las actividades hacia las que canalizar todo el exceso de descanso.
5. Ser gradual. También a los adultos nos gusta alargar un poco el verano, ya que hace buen tiempo y, aunque tenemos trabajo, nos apetece tomarnos una caña al terminar la jornada. Algo así ocurre con los niños cuando han empezado las clases: los días son largos y todavía no cuentan con tanto trabajo como pueden llegar a tener durante el curso.
6. Predicar con nuestro ejemplo, más que con nuestra palabra. La admiración que los niños sienten por sus padres, aunque no sea verbal, está ahí. Si nos ven hablando por el móvil, es muy probable que jueguen a que ellos también tienen un teléfono -además de precipitar el momento en que nos pidan uno-.
7. Tomar nota y no desbarrar el verano que viene, es más: mejor que vivir al azar, siempre se puede elaborar una rutina alternativa. Acostar al niño dos horas más tarde de lo habitual, pero todos los días a esa misma hora, puede ayudar a no perder el respeto hacia la norma.
