Salmond, el hombre que tuvo un sueño

Dicen que los medios y los políticos solo hablan bien de los compañeros cuando estos se mueren o se van. La muerte no tiene por qué ser física, un fallecimiento político también puede exaltar las mejores cualidades, probablemente ocultas hasta entonces para los detractores.

Las cualidades de Alex Salmond han sido visibles hasta para sus enemigos. Hombre recio, sensato, listo, populista que ha conseguido en apenas 15 años situar a los nacionalistas escoceses no solo en el mapa del mundo, sino en el poder de Gran Bretaña. Salmond se va porque ha perdido. Pero ha perdido por mucho más de lo que sus expectativas le habían hecho creer. Consecuentemente asume su derrota. Si esta hubiera sido por dos o tres puntos, se mantendría al frente de los Nacionalistas escoceses. Negociaría el traspaso de competencias. Pero 10 puntos en una de las mayores contribuciones democráticas de la historia de Gran Bretaña, son muchos para un político que había estimulado a las masas, que ha sacudido los cimientos de la vieja y empolvada Gran Bretaña. Esos mismos 10 puntos que habrían hecho dimitir a David Cameron si el resultado hubiera sido el opuesto. Y es que en Inglaterra, en Escocia, Gales o Irlanda, o sea en la gran madre patria británica, los políticos dimiten cuando las cosas no son como ellos han dicho. O cuando se les pilla una cuenta o dos en la Isla de Man para evadir impuestos. O cuando aparecen vinculados en un lío sexual. O cuando sus cuentas no son todo lo transparentes que debieran. Eso hay que reconocérselo a la herencia británica. Tienen principios.

Alex Salmond, casado con una mujer diecisiete años mayor que él, que apenas aparece públicamente a su lado, sin hijos, que ha dedicado su vida a la política y a Escocia se va. No hay nadie mejor que él para sustituirle. Ni siquiera su viceprimera ministra que él presenta como su referente ideal.

Hasta los rancios periódicos ingleses terminaron reconociendo la valía de un hombre, que ayer dijo que se iba. Al igual que el líder indiscutible de la victoria del no ha sido Gordon Brown, los escoceses deben a Salmond la posibilidad de haberse podido pronunciar en un referéndum que ha sido el modelo a seguir para el resto del mundo que tiene aspiraciones territoriales.