Ocio y cultura

Jamaica es mucho más que reggae y Bob Marley

Jamaica es un topónimo equívoco. Instintivamente asocias ese nombre con Bob Marley, bares con música reggae y buen rollito. Y si bien es cierto que Marley es el mejor embajador de esta isla caribeña, Jamaica es mucho más que eso. Es una isla con grandes encantos naturales, desde playas de ensueño a montañas de más de dos mil metros de altitud cubiertas por una impresionante bosque tropical.

Bob Marley sigue siendo la excusa por la que muchos aterrizan en Jamaica. Y la visita a las viviendas en las que habitó -ya sea su casa museo en Kingston, con los famosos balazos en la pared de la cocina que iban destinados a él, o la casa en la que nació en Nine Mile, donde ahora está su mausoleo- se ha convertido en una ruta de peregrinación por la isla.

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Otros viajeros suelen empezar su recorrido en Montego Bay, localidad eminentemente turística, al noroeste de la isla, con un activo aeropuerto internacional. Jamaica ofrece alojamientos muy diversos, pero lo que prima son los grandes resort con todo tipo de facilidades dentro de su perímetro: playa propia, varias piscinas y diversidad de restaurantes y actividades, muy del gusto norteamericano, en los que podrías estar una semana sin necesitar de salir para nada. Algunos de los más espectaculares están precisamente en Montego Bay. Para comer en Montego Bay nada mejor que ir a Scotchies Jerk Pit y probar el famoso jerk, una especialidad jamaicana a base trozos de carne de pollo y cerdo macerados durante horas en pimientos picantes, cebolla y tomillo y luego dorados al grill y sazonados con especias. Es el fast-food jamaicano.

Algunas de las mejores playas de Jamaica están en Negril, en el extremo oeste de la isla. Frente a la concentración de macrohoteles de Montego Bay y su turismo estilo internacional, muchos viajeros encuentran en Negril esa estampa soñada del Caribe apacible de ron y palmeras, chiringuitos de palma a pie de playa con buena música, fiestas nocturnas a orillas del mar y buen rollito. Negril tiene una playa virgen de más de 11 kilómetros de longitud y los mejores atardeceres de Jamaica. Al caer el sol, los visitantes peregrinan hasta el Rick’s Café, el garito más célebre de Negril, para contemplar como el sol se sumerge en el mar Caribe casi siempre con alguna actuación en vivo. Porque Jamaica es reggae, sí, pero también se oye mucho ragamuffin, dancehall, soul, hip-hop, jazz, gospel y rock. Negril es además uno de los pocos sitios de la isla donde el turista se puede mover tranquilo por la noche, algo poco aconsejable en las grandes ciudades y especialmente desaconsejado en Kingston.

La exuberante belleza natural de Jamaica no se circunscribe al perímetro costero. En el interior hay selvas y ríos de aguas prístinas. Algunos se pueden recorrer en balsas de madera, como el Martha Brae River, a mitad de camino entre Montego y Ocho Ríos. Otros, como el White River, al sur de Ocho Ríos, se navegan en balsas neumáticas. Los descensos empiezan en un puente de piedra del siglo XVII conocido como el Spanish Bridge y son aptos para todos los públicos ya que las mansas aguas del White son incapaces de volcar ninguna embarcación. El paseo permite deslizarse en sigilo por el interior de un auténtico bosque tropical aún inmaculado e inalterado por la mano del hombre, disfrutando en silencio de la fauna y la flora que puebla sus orillas. Una actividad tranquila que revela otra Jamaica muy distinta a la de las playas luminosas de los folletos.

También hay montañas. La mayor altitud se alcanza en las Blue Mountains, una de las cordilleras más altas del Caribe, espina dorsal de Jamaica, en cuyas terrazas abancaladas se produce uno de los cafés más caros y apreciados del mundo. Desde los 2.253 metros de su cumbre hasta el fondo de los valles se desarrollan diversos pisos ecológicos por los que se despliegan cafetales, cedros, bananos, majaguas, palos de rosa, palmeras de coco, pimenteros y árboles del pan. Siempre envueltos en bruma y en un calor pegajoso.

Jamaica tiene un tamaño perfecto para recorrerla en una semana, sin agobios. En el otro extremo de la isla, en la costa noreste, queda la tranquila villa costera de Port Antonio. Aquí se encuentra uno de los hoteles más exclusivos y carismáticos de Jamaica, el Geejam Hotel. Un súper hotel boutique con estudio de grabación propio al que solía ir la malograda Amy Winehouse, entre otros muchos famosos. Dispone de cinco tipos de villas independientes con toda clase de lujos y rodeadas de la naturaleza más exuberante de la isla. Un capricho hollywoodiense para quien pueda pagar los 625 dólares por noche que cuesta la villa más barata en temporada alta. A unos cinco kilómetros al este de Port Antonio hay que hacer un alto en Frenchman’s Cove, para muchos la playa más bonita de Jamaica. Un poco más allá, Blue Lagoon Beach, otro excepcional arenal con aguas cristalinas. Ambas son privadas (algo muy común en Jamaica), pero los no alojados en los hoteles a los que pertenecen pueden acceder también a ellas pagando una tasa de unos 5 dólares.

Y claro, ahora que vuelve el frío, la lluvia y el tiempo se vuelve más desapacible, ¡qué mejor que aprovechar unos días de vacaciones y escaparnos al Caribe!

 

 
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