El sueño cumplido de todo un país
James es la suma de talento, trabajo y carisma: un futbolista ajeno a los escándalos, cercano a su familia y muy entregado a lo que hace. Es humilde, pero no se conforma.
Bogotá
El Mundial de Brasil marcó la historia de Colombia. La pasión y el talento no eran novedad, pero sí el profesionalismo y la convicción con los que se disputaron los partidos. Al interés que genera la Copa Mundo, se le sumó un sentimiento de orgullo por lo que era el equipo dentro y fuera de la cancha. Una manera de ser diferente y un estilo de juego fiel a la identidad de nuestro fútbol lograron que la eliminación doliera, pero no decepcionara.
Colombia llegó a Brasil con un técnico trabajador, un grupo de jugadores talentosos y las expectativas medidas. 20 años atrás el equipo del Pibe Valderrama aterrizó en el Mundial como favorito al título y la ilusión terminó en primera ronda. Pero esta Copa contaría con un protagonista decidido a hacer historia, un jovencito de 22 años que se preparó toda la vida para ese momento. Brasil fue lo que fue para los hinchas gracias a James Rodríguez.
Nadie dudaba de sus condiciones, pero la determinación y capacidad técnica que mostró en el Mundial superaron cualquier predicción. Además, cuenta su mamá, nunca le ha gustado perder. Fue así como en esta época en la que se importan ídolos y los niños recitan de memoria las alineaciones del Chelsea, Barcelona o el Milan apareció un nuevo héroe que podía ser su vecino, su hermano o su mejor amigo: un colombiano a la altura de los mejores del mundo.
James es la suma de talento, trabajo y carisma: un futbolista ajeno a los escándalos, cercano a su familia y muy entregado a lo que hace. Es humilde, pero no se conforma. Por esa razón, su llegada al Real Madrid se convirtió en el sueño cumplido de todo un país, un premio al hombre que no sólo lideró a Colombia en el mejor Mundial de su historia sino que hizo que el país se uniera y volviera a creer gracias al fútbol. Un crack con y sin la pelota.
El Real Madrid es el club perfecto para un jugador que siempre quiere más, un reto constante tanto en lo futbolístico como en lo emocional. En el clásico, James demostró que está trabajando para encajar en el esquema de Carlo Ancelotti: corrió toda la cancha, quitó balones y entregó pases precisos. Mientras tanto, en Colombia ver al Madrid se convirtió en plan familiar: todos los niños quieren ser como él y los papás sueñan con que así sea.