El talismán del Manzanares

Madrid

Fue un 6 de noviembre del 2005 en el Vicente Calderón, frente al Sevilla, rival de enjundia del equipo colchonero, en un partido que acabó sin goles.

Desde entonces Mario no ha parado de crecer. Su ejemplo es el de muchos canteranos del Atlético criados en sus categorías inferiores, que aprenden desde muy pequeños lo que significa el sentimiento rojiblanco y lo exigente que puede llegar a ser el público del Calderón, sobre todo con los suyos.

El mediocentro tuvo que “hacer la mili” en Valladolid, en Vigo o en Mallorca donde definitivamente se hizo futbolista y el Atlético le reclamó en 2010 para regresar a casa.

Con Quique Flores, con Gregorio Manzano y con Diego Pablo Simeone, el de Alcobendas ha ido ganando peso en una posición tan delicada como la de eje del centro del campo. Su peculiaridad le ha llevado a ser el talismán de los rojiblancos, el ganador de finales y el hombre que al final acaba jugando en los partidos importantes de la temporada.

Para el recuerdo queda la noche de Bucarest donde Mario se exhibió ante el Athletic y se proclamó campeón de la Europa League en un partido memorable. Esa noche y la debut con la selección Española frente a Uruguay en 2013 están en el capítulo de buenos recuerdos del de Alcobendas.

Un futbolista que desde que se puso por primera vez el escudo del Atlético de Madrid en el pecho, en un torneo de futbol 7 alevín en Brunete, siempre ha querido ser un futbolista importante para los rojiblancos y que los habitantes de la ribera del Manzanares se sientan orgullosos de un producto de la cantera, de uno de los suyos, de alguien que sabe que “ser del Atleti” es ser diferente, y él quiere ser diferente mucho mucho tiempo…