¿Puede el PSOE frenar a Podemos?
Los socialistas buscan situarse “frente a los extremos” en un nuevo escenario tripartidista, creen que han parado la caída y aspiran a mantener la hegemonía de la izquierda

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en la "asamblea abierta" que ha tenido lugar en Ciudad Universitaria, en Madrid. / Fernando Villar (EFE)

Valencia
Dicen las encuestas que el PSOE tendría ahora menos apoyos que en las últimas generales –fue su mínimo histórico en diputados– y que, pese al desgaste del PP, siguen siendo la segunda fuerza en voto directo y estimado. Y, sin embargo, había este miércoles cierto gesto de alivio en los dirigentes del PSOE que, mientras estaban reunidos en Valencia, iban conociendo los resultados del CIS.
“Hemos parado la caída”, decía un miembro de la ejecutiva. “En realidad hay un triple empate entre PP, PSOE y Podemos y de aquí a las elecciones tenemos muchas opciones de que se resuelva a nuestro favor”, concedía otro. En vista de que el tripartidismo parece consolidarse, los socialistas empiezan a desplegar el discurso que llevarán a la próxima campaña electoral, en busca del espacio “de izquierda moderada” entre el populismo que atribuyen a Podemos y la corrupción con la que identifican al PP. “El cambio seguro”, según la expresión que, a la manera de un eslogan, está ya en los argumentarios del PSOE.
Los socialistas señalan las cifras del CIS que les permiten hablar de cierta recuperación: respecto al barómetro de julio, han ganado dos puntos en intención de voto y casi cuatro en voto directo; Sánchez supera a Rajoy en valoración y genera menos desconfianza que Rubalcaba y la distancia del PSOE con el PP es la más reducida de los últimos cuatro años. Lo que está por ver es si esa tendencia aguantará, si Podemos ha dejado de crecer o si existe mucho voto oculto al PP.
“Vamos a ir a ganar y creemos que es posible”, apunta un dirigente socialista convencido de que, según vayan pasando los meses, el efecto Podemos se estancará. No hay encuesta que sostenga esa impresión, porque si se habla de algo es del crecimiento de la formación de Pablo Iglesias, “pero ahora tendrán que ir concretando sus propuestas y confiamos en recuperar votantes”.
Esa sensación la comparte uno de los barones que tiene elecciones en mayo: “La tendencia socialista es buena. La parte moderada del enfado que hay en la sociedad puede venir al PSOE y el miedo a Podemos se refugiará antes en el PSOE que en el PP”. Son conjeturas porque, en un escenario político desconocido, ni siquiera las encuestas tienen ya la fiabilidad de otros tiempos. Pero es lo que hay en los despachos de los partidos, convertidos en una mezcla de demoscopia, impresiones e intuición.
Otros ven la botella medio vacía. “Se puede hablar de recuperación del PSOE a partir de este CIS, pero es así porque el partido se había hundido, en peligro de desaparecer. Sigue siendo un partido pequeño”, cree un miembro del PSOE que avisa del riesgo: “Donde el PSOE pierda el liderazgo de la izquierda, pasará a ser un partido muleta”. La prioridad es, por eso, preservar la hegemonía de la izquierda. “Somos la alternativa al PP y vamos a seguir siendo la primera fuerza de la izquierda”, repite Pedro Sánchez. La encuesta de este miércoles desvela que en el eje de 0 a 10, en el que 0 es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, el PSOE sólo se impone a Podemos y al PP entre quienes se sitúan en el 4. Al cruzar los datos de ese mismo sondeo se llega a la conclusión de que casi el 25% de votantes del PSOE en las elecciones de 2011 estarían ahora dispuestos a votar a Podemos.
Resulta muy significativo que en la asamblea abierta de este miércoles, en la que los militantes interpelaban directamente a su secretario general, varios le preguntaran por cómo enfrentarse a Podemos. Fue en esa asamblea en la que Sánchez fue dejando ver el relato que el PSOE ha preparado para esta etapa tripartidista, enfatizando varias veces que el PSOE es un partido “de izquierdas” (“frente a Podemos, donde dicen que no son ni de izquierdas ni de derechas, yo digo que soy un tipo de izquierdas”) y tomando distancias del PP con una frase que le recordarán sus adversarios políticos: “No somos iguales. La corrupción en el PSOE no es estructural. En el PP, sí, para desgracia del sistema democrático”. La estrategia pasa, pues, por ubicar al partido en la izquierda, como reclaman las bases, pero resultar atractivos para el centro. Lo de siempre, como dice algún veterano, pero esta vez en un escenario que no se había visto nunca.




