Luis Suárez y Neymar disimulan los problemas del Barcelona

Tras los ríos de tinta vertidos con respecto a la perdida de estilo e identidad del Barcelona, Luis Enrique se vio en Almería en la tesitura de hacer algo y aclarar sus ideas. Y el asturiano lo hizo pegando un revolcón enorme a sus últimas alineaciones, poniendo a algunos poco habituales como Rafinha, Munir o Adriano. El mensaje parecía claro, mi Barça será diferente a todos los demás.

El efecto de la revolución almeriense de Luis Enrique duró lo mismo que el estruendo de un petardo, más breve imposible. Poco después de los primeros cinco minutos el Almería dominaba el balón y sobre todo las intenciones. Verza se apoderó del balón en detrimento de Rakitic y Busquets, que arrancaron tan difusos como poco atinados.

El paso de los minutos no hizo más que agravar la situación y partir al equipo de Luis Enrique, que perdió definitivamente el pulso al partido. El choque volvió a ser una suerte de correcalles, como ya ocurriera en Amsterdam en grandes fases del partido. Los córners a favor del Almería se sucedían y las contras cada vez más facilonas, gracias a Thievy y Zongo, que cogían la espalda de Mascherano y Bartra con una cotidianidad sorprendente.

El rejonazo llegó precisamente nacido de un ataque del Barça, Messi perdió el balón y en la contra Thievy caricaturizó la defensa de Luis Enrique. En cincuenta metros dejó atrás a Mascherano y a Bartra cual Bale y fusiló a Bravo. Un gol que ponía la guinda a una de las peores puestas en escena del equipo catalán en esta temporada. Pese a todo, Rakitic y Messi pudieron mandar el partido equilibrado al descanso con una doble ocasión que primero Rubén y luego el poste se encargaron de desbaratar.

Los millones, al césped

Neymar y Luis Suárez se desvistieron y entraron al descanso por los poco acertados Pedro y Munir. La artillería mejoró de forma sustancial pero eso no ocultaba que el problema se encuentra más en la retaguardia que en otro sitio, porque las llegadas de Thievy y Zongo siguieron latentes en todo momento.

Sin embargo el Almería empezó a sentir el miedo de tener que defender a Messi, Neymar y Suárez de forma simultánea. El Barça permanecia discontinuo y errático, pero un balón distraído en el área local ya no era lo mismo que en la primera parte. Así Suárez se inventó una tijereta fabulosa que estrelló el balón en el larguero.

Edgar y Hemed dieron algo de oxígeno al ataque rojiblanco pero su aparición coincidió con el emerger de Mascherano, imperial en la segunda mitad. La entrada de Xavi volvió a sentar bien al Barcelona, sujetando las contras a base de posesión y haciendo más protagonistas a los tres de arriba.

De otra buena combinación llegó el gol que cambiaría el partido para siempre, aunque antes Messi clavó el balón en el larguero por tercera vez para su equipo. Corría el minuto 82 cuando Luis Suárez puso un centro fabuloso al segundo palo para que Alba picase el balón y batiese a Rubén.

En definitiva, una victoria balsámica para el Barcelona, que sigue sin encontrarse consigo mismo y que pese a la enésima revolución de su entrenador, no da señales de mejoría.