Un Barcelona agonizante gana al Valencia sobre la bocina

Madrid

El Barcelona sigue la estela del líder con su victoria sobre un excelente Valencia al que sólo le faltó el gol. Luis Enrique siguió con las pruebas en el diseño de su nuevo Barça, alineando juntos en el centro del campo a Mascherano y a un Busquets que nunca se encontró cómodo sobre el terreno de juego, pero que acabó erigiéndose en héroe con su tanto en los instantes finales.

El técnico asturiano quiso apuntalar las paredes defensivas del equipo y provocó que las grietas fuesen aún mayores. Con Sergio intentando hacer las tareas de Rakitic, el equipo azulgrana ni defendía de manera compacta ni atacaba como acostumbra y el desorden ordenado del Valencia pudo hacerle mucho más daño de lo que reflejó el marcador final. Sólo con la entrada del croata en la segunda mitad el Barcelona cambió la cara.

Los de Nuno salieron con la lección bien aprendida desde el vestuario: esperar atrás, presionar a los que la mueven con criterio y salir como flechas a la contra. Con ese planteamiento, Piqué tuvo que abusar de balones en largo, única vía de peligro en la portería de Diego Alves. Neymar y Luis Suárez se buscaban ante un Messi desaparecido. El uruguayo es el que más ganas le pone sobre el verde, pero le falta el plus de efectividad del año pasado. Tras su estreno goleador con el Barcelona, Suárez quiso repetir y, tras conseguir superar al guardameta valencianista, el árbitro se encargó de anularle el gol por fuera de juego inexistente en la segunda mitad.

En un intercambio constante de posesiones, inmersos en un partido sin gobierno, fue el Valencia quien creó mayores ocasiones de peligro. Rodrigo, Feghouli, Negredo y André Gomes atravesaban la defensa culé como cuchillo en mantequilla, espoleados por los incesantes ánimos de Mestalla, que parece haber recuperado la ilusión con un proyecto que aparenta ser sólido. Y esa confianza se transmite en los jugadores.

Ya en los primeros compases el Valencia amenazó el área rival hasta el punto de que, antes de cumplirse la media hora de encuentro, tres de los cuatro defensores del Barcelona se encontraban amonestados con cartulina amarilla. Faltaba la puntilla para sumar el primero en el luminoso, el que quiso conseguir Rodrigo con la izquierda, pero que Bravo evitó. Las aproximaciones continuaron, pero rara vez se convertían en algo más. Sólo André Gomes tuvo la llave que abriese la puerta azulgrana y qué mejor momento que hacerlo antes del descanso. Estuvo fino en el recorte al portero, no tanto en la resolución de la jugada enviando el balón al lateral de la red.

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Con las energías renovadas tras el ecuador del encuentro, el peligro sobrevolaba la portería de Claudio Bravo, que sostuvo a su equipo con dos intervenciones providenciales. Pies en la primera y manoplas en la segunda. Repertorio del chileno ante la insistencia ché. Fue entonces cuando Luis Enrique volvió al que debería ser el ‘Plan A’. Retiró a un pitado Mathieu que volvía a su antigua casa y daba entrada a la creatividad de Rakitic. Ahora sí, el Barcelona se hizo con el balón, las posesiones se hicieron más largas y acorraló al Valencia, que se iba quedando sin energías. Otamendi, con molestias tras un lance del juego, tiró de pundonor para permanecer en el campo, para comandar a un equipo que resistiese el impulso final y cuando empezó a conformarse con el empate llegó el momento que enmudeció Mestalla.

El gol de Busquets, que cazó un rechace dentro del área, hizo fundirse en abrazos a los jugadores culés. Un Barcelona muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados, un goleador poco habitual, un doble pivote inédito, pero tres puntos habituales para seguir muy de cerca al Real Madrid.