Política

Rajoy: ¿continuidad o relevo?

Muchos populares creen que después las municipales y autonómicas estallará una crisis por el batacazo electoral y que entonces Mariano Rajoy tendrá que decidir si sigue adelante o cede el testigo para las generales a Soraya Sáenz de Santamaría

De izquierda a derecha: María Dolores de Cospedal, Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, en una fotografía de archivo. / ANDREA COMAS Reuters

Madrid

Dentro del PP muchos hablan ya de 2015 y se preguntan por el futuro de Mariano Rajoy. No saben si finalmente habrá elecciones en Cataluña. Pero en el calendario ya tienen señaladas las municipales y autonómicas. Están seguros de que en esta convocatoria su formación se va dar un gran batacazo y dan por hecho que su líder volverá a ser cuestionado internamente. Pero no saben si entonces seguirá adelante o dará un paso atrás favoreciendo la renovación de cara a las generales, que se tienen que celebrar antes de diciembre.

Los populares piensan que, en mayo, el PP va a perder buena parte de sus feudos y de sus mayorías absolutas. Entonces, al malestar por la derrota o a los pactos que se cierren para arrebatarles algunas plazas, se sumará que bastantes cargos se quedarán sin trabajo. Y a tan solo uno pocos meses de unas generales cuyo panorama es incierto. De modo que el encaje, para todos, se hace aún más difícil y el ambiente puede ser irrespirable.

Varios dirigentes conservadores consultados por la Cadena SER consideran que entonces estallará una crisis. Frente a ella, algunos piensan que no habrá respuesta de Rajoy. Están convencidos de que, fiel a su estilo impasible, terminará la legislatura e incluso repetirá como candidato a la presidencia del Gobierno. Los que le rodean recuerdan que lo ha dicho muchas veces. Siempre repite que si en su partido le quieren, él se volverá a presentar.

La historia es que su partido ya no le quiera y si se atreverán a decírselo o a hacerle frente. Algo que no ocurrió en el Congreso de Valencia de 2008, por muchas voces críticas que se elevaron entonces.

Para algunos, él no puede ser la imagen del PP frente al resto de líderes que aparecerán en el cartel: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón… Hay quien incluso indica que los cambios no solo se han vivido en los partidos, también se han producido en la dirección de empresas, bancos y hasta en la Casa Real. Creen que él no puede ser ajeno a eso y, opinan, que por mucho que se quiera vender como la persona que ha sacado a España de la crisis, lo tiene muy difícil. La experiencia se enfrentará a la regeneración.

Dentro del PP confían en que Rajoy lo haya pensado y no desvele sus planes porque sería un error anunciar que va a nombrar sucesor a un año vista. Pero esperan que si su formación sufre un fuerte castigo en las urnas, no dude en convocar un congreso extraordinario para el mes de julio y ceda el testigo. Muchos reconocen que es más un deseo que una realidad. Pero consideran que sería lo más conveniente, antes de que se desatara una guerra.

Aunque la batalla se puede producir de todas formas y más en función de a quién elija. O puede llegar a ser incluso peor. Ese es el principal argumento que esgrimen los que piensan que se debe quedar y afrontar él, aunque tenga sus riesgos, el resultado que salga de las urnas que será un examen a su gestión.

Soraya Sáenz de Santamaría

De todos modos cada vez que se habla de este asunto, y cada vez se hace más, surgen siempre tres nombres: el de Soraya Sáenz de Santamaría, el de María Dolores de Cospedal y el de Alberto Núñez Feijóo.

El primero, el de la vicepresidenta, es el que más comentarios despierta porque es la mejor posicionada, porque hay quien señala que su nombre sería el único de mujer entre el de muchos candidatos con posibilidades de hacerse con La Moncloa, y quien asegura que es la persona a la que quiere el Ibex 35.

Pero también hay otras apreciaciones, que se lanzan desde diferentes ámbitos del PP. Algunos dicen que le está moviendo la silla a Rajoy, que se adelanta a sus discursos, que si marca la posición del Gobierno cuando debería ser él, que si está colocando a sus peones, haciéndose fuerte para luego jugar sus cartas… Su último movimiento es el nombramiento de Alfonso Alonso, uno de sus hombres de confianza, como ministro de Sanidad.

Su peso y fuerza dentro del Ejecutivo son indudables. La llaman “la vicetodopoderosa”. Pero hay quien recuerda que ella brilla porque Rajoy lo quiere así y no porque tenga luz propia. Y aunque algunos han apuntado su marcha a Madrid, los que conocen bien al presidente no creen que se desprenda de ella.

Por supuesto, Sáenz de Santamaría recabaría apoyos. Sobre todo el de sus colaboradores, a los que ha ido situando basándose en su confianza, reserva y lealtad. Son aquellos a los que en su día, Federico Jiménez Losantos bautizó como “los Sorayos”, en un tono despectivo que a ella y a los suyos nunca gustó.

Pero lo cierto es que si Rajoy la designara a dedo, como hizo Aznar con él, en el PP se levantarían en armas. Muchos recuerdan aún el momento en que la nombró portavoz en el Congreso. Fue el 31 de marzo de 2008, en una Junta Directiva del PP de la que muchos cargos salieron maldiciendo la designación.

Ahora sostienen que no lo tolerarían. Sus compañeros de filas la ven como una buena gestora, pero no como una gran política. Recuerdan que se afilió hace nada al partido y que además no tiene cuota territorial. Pero para algunos eso tiene solución. Se puede arreglar si Rajoy toma el control del PP de Madrid y la pone a ella al frente. Es la última posibilidad con la que se especula.

María Dolores de Cospedal.

Lo último que se cuenta dentro de las filas populares es que Rajoy al final podría apostar por el tándem Esperanza Aguirre e Ignacio González. Así no tendría nada que perder de ninguna forma. Si gana Madrid, bien. Si pierde, se los quita de en medio. Pero, a cambio de dejarles ser candidatos podría reclamarles la presidencia de la formación regional.

En cuanto a Cospedal, se le cierran todas las puertas. En estos años al frente de la secretaria general se ha granjeado bastantes enemistades. Y aunque cuenta con las simpatías de algún barón, no es suficiente. Su paso por el partido la ha dejado marcada. Recibe críticas por no tener ordenada la casa, porque todas las formaciones regionales están revolucionadas y tienen problemas. A unos no les gustó que para cargar contra Luis Bárcenas, atacara a los que estuvieron antes que ella en el cargo y apuntara a la etapa de Aznar. A otros les molesta que se dedique a Castilla-La Mancha y le reprochan su falta de atención hacia el PP nacional. Por eso, muchos dicen que si hubiera que votar mañana, ella no tendría posibilidades.

Alberto Núñez Feijoo.

Para la mayoría una solución perfecta sería Feijóo, el presidente de la Xunta. En el partido está bien considerado. “El tercer gallego, después de Fraga y Rajoy”, advierte un diputado. A él dicen que sí le apoyarían pero saben que también está envuelto en escándalos. Y tampoco están muy convencidos de que él aceptara afrontar esa situación para arriesgarse a vivir unos cuantos años en la oposición.

Lo que todos piensan es que lo mejor es que Rajoy apechugue con lo suyo. Algunos creen que ha sido una legislatura “demasiado difícil”. Otros le ven muy solo. “O rodeado solo de los que él quiere”, matiza un alto cargo. Siempre entre dos mujeres a las que les concedió muchísimo protagonismo y poder. A cada una en su parcela, sin que llegaran a congeniar nunca. Dentro del PP creen que ambas tenían mayores ambiciones de las que se les atribuyó y que no descansaran hasta alcanzarlas. Pero también hay quien destaca que no se debe subestimar al presidente porque de todo se da cuenta, todo lo ve y todo lo apunta.

A los que tienen tantas prisas por conocer el desenlace de lo que traerán los próximos meses, los colaboradores de Rajoy recomiendan grandes dosis de paciencia y dan un detalle que puede despejar incógnitas: El PP va a celebrar un importante acto con líderes europeos para finales de septiembre de 2015. En su círculo dicen que ese podría ser el pistoletazo de salida para su campaña y que, en cualquier caso, él, después de estos años que ha vivido querrá rodearse de cargos que ensalcen su trabajo y vivirlo como todo un reconocimiento triunfal. Y eso no dejara que se lo apunte nadie más que él.

 
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