Un siglo de Charlot, la eterna sonrisa de Chaplin
El cineasta Charles Chaplin conquistó al público gracias a las carcajadas que provocaba su mejor personaje, Charlot, un vagabundo caracterizado por su particular bigote y sus andares de pato
Madrid
La historia del cine no tendría el mismo valor sin Charlot, el personaje fetiche de Charles Chaplin. Todo el mundo reconoce a este disparatado hombrecillo por su particular bigote y el uso del bombín. Siempre acompañado por su bastón, Charlot llevó el humor al cine sin la necesidad de utilizar la palabra.
Fue en 1914 cuando Chaplin debutó con este personaje en la película 'Carreras sofocantes' y así hasta 35 cortometrajes en los que triunfó con una de las técnicas más famosas del cine mudo, el 'slapstick'. Se trata de uno de los subgéneros de la comedia que se caracteriza por las 'payasadas' que realizan sus personajes, con caídas torpes que lograron despertar un auténtico río de carcajadas entre el público.
Para dar vida a Charlot, Chaplin consiguió movimientos únicos e inimitables. Y es que gracias a este vagabundo con andares de pato, Chaplin recibió el reconocimiento generalizado de la industria del cine y, aún hoy, lo sigue recibiendo.
Muchos le atribuyen al actor la famosa frase "un día sin risa es un día perdido" y si esa era su idea, Chaplin lo consiguió muchas veces pues su personaje tenía la particularidad de denunciar los problemas de la sociedad más negra en plena Primera Guerra Mundial con una chispa extraordinaria.
'Luces en la ciudad' , 'Tiempos modernos' o 'El circo' han sido algunas de sus intervenciones más brillantes, con las que Chaplin consiguió convertirse en un icono del cine mudo.