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Galápagos, la naturaleza tal cual era

A mil kilómetros de las costas ecuatorianas diecinueve islas y más de dos centenares de pequeños islotes rocosos forman parte de un archipiélago suficientemente remoto (y suficientemente cercano al continente) nacido por una poderosa actividad volcánica que le hizo emerger del océano Pacífico. Durante un proceso de miles de años distintas aves y animales marinos y terrestres arrastrados por las corrientes llegaron a las islas evolucionando de forma diferente para adaptarse a su nuevo contexto geográfico, algo que nos contaría el naturalista Charles Darwin en las notas que tomó en su diario del Beagle así como en la posterior teoría de la evolución de las especies que cambió para siempre unos conceptos que se medían por la religión más que por la razón. El británico explicaba cómo el pinzón varió su forma, color y pico en distintas islas para poder sobrevivir en función de lo que necesitaba para comer dando origen a trece subespecies más en Galápagos. Lo mismo sucedió con las iguanas, que para alimentarse de unas algas presentes en el fondo del mar aprendieron a bucear para alcanzar su objetivo, o con las tortugas terrestres, que se volvieron gigantes al contar con suficiente espacio y carecer de depredadores (hasta la llegada del hombre, por supuesto).

Islas Galápagos es uno de los destinos del mundo ideales para ver y fotografiar animales de cerca, pero con la diferencia no sólo en cuanto a las especies que las habitan, sino también con la ausencia de miedo alguno por parte de éstas. De esa forma dándose un baño en el mar no es difícil que los leones marinos se acerquen a jugar contigo o que un pinzón de Darwin se te pose en el objetivo de tu cámara fotográfica cuando estás buscando retratar el buche rojo e inflado de una fragata. Esa proximidad permite obtener una experiencia convertida a una auténtica comunión con la naturaleza tal cual siempre fue. Aquello es un refugio a cielo abierto en el que te das cuenta de lo que hubiera sido del planeta si el ser humano nunca hubiese puesto sus manos en él o si, al menos, hubiese respetado el equilibrio.

Hay múltiples posibilidades en Galápagos para hacerlo tanto por libre como con las exclusivos cruceros en yate o velero. Uno puede poner sus bases en distintas islas habitadas (la más normal es Santa Cruz, aunque se recomiendan también San Cristóbal o Isabela) y desde ahí empezar a moverse en excursiones de un día a rincones de la propia isla como a otras próximas que se encuentran deshabitadas. Todo se encuentra controlado hasta el extremo (hay un límite de visitas anuales de 180.000 viajeros y no existe la masificación en una sola excursión) para minimizar el impacto del turismo, por otra parte necesario para la preservación y mantenimiento económico de un área que estaba sufriendo daños desde la llegada de los primeros europeos. Piratas y colonizadores que traficaban con tortugas gigantes (decenas de miles fueron llevadas en barcos a Reino Unido o incluso Australia) fueron los causantes de que menguaran los ejemplares de estas especies (con la muerte en 2012 de Solitario George se extinguió la última tortuga terrestre de Pinzón). Otro problema fue la introducción de especies invasoras (ganado caprino, ratas, etc.) que afectó seriamente al equilibrio que había imperado en las islas durante millones de años.

Pero para ser positivos me gustaría destacar una frase que alguien me dijo en una de las fincas de las tierras altas de Santa Cruz por donde caminan libremente las tortugas terrestres más grandes del mundo: "Si Darwin regresara a las islas se las encontraría aún mejor que cuando vino". Las labores conservacionistas y la modificación de la legislación para proteger la fauna y el entorno natural de Galápagos por parte de locales y foráneos ha dado sus frutos y se está notando en el crecimiento de especies que se habían visto reducidas en número de forma severa.

Una vez estemos en Galápagos tendremos un tiempo de oro para disfrutar una experiencia que nos llevaremos con nosotros toda la vida. Ejerciendo un turismo responsable y haciendo caso a los guías de la reserva natural tan sólo hace falta que nos dejemos llevar por el momento y tener bien preparada la cámara de fotos. No nos será necesario un gran zoom porque, con sólo un poco de suerte, los animales pasarán a nuestro lado. En el caso de hacer snorkeling o buceo no está de más tener una cámara sumergible para grabar lo que vaya sucediendo. Puede que una tortuga se nos cruce por el camino...

En una semana en islas Galápagos en las que tuve la fortuna de visitar San Cristóbal, Santa Cruz, Santa Fe, isla Plaza Sur, San Bartolomé o Isabela pude vivir algunas escenas como estas:

Aunque para rematar me quedo con la paradójica primera imagen que tuve nada más llegar a San Cristóbal y que se me quedó grabada para todo el viaje. En los bancos para sentarse que había junto al puerto no encontramos gente utilizándolos precisamente. Sólo vimos a los leones marinos echando su siesta de casi veinte horas al día. ¿Es posible una mejor metáfora de lo que viene a significar Galápagos? No lo creo.

- Distintas aerolíneas conectan España con Ecuador y, por tanto, con Galápagos pasando en todo caso por Guayaquil (haciendo escala o parada técnica). LAN Airlines opera con este destino ofreciendo distintas posibilidades desde Quito o Guayaquil a los aeropuesto de Baltra o San Cristóbal).

- Metropolitan Touring ofrece rutas y excursiones a medida en Galápagos.

- Hay determinados lugares a los que sólo se puede llegar en crucero (isla Pinzón, Darwin, el norte de Isabela, etc.), aunque para una primera vez se pueden ir utilizando distintas islas como base. En Puerto Ayora el Finch Bay Hotel es la mejor opción para comenzar, aunque para vivir la autenticidad de las tierras altas y dormir al lado de las tortugas gigantes existe la posibilidad de alquilar una de las villas de Montemar.

- En San Cristóbal se puede encontrar algo sencillo y económico en Casa Laura (aprox 40$ la noche) junto al Malecón, mientras que en Isabela uno puede darse un baño caliente mirando el mar... y a las iguanas en Iguana Crossing, el mejor hotel de la isla.

Texto y fotografías: José Miguel Redondo (Sele) autor de www.elrincondesele.com

 

 
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