Bergen, armonía entre fiordos
Pocas ciudades en el mundo pueden calar tan hondo en el viajero como Bergen. La segunda ciudad más importante de Noruega además de ser una de las más hermosas del viejo continente se asienta en un entorno en el que perfección y belleza son los adjetivos que mejor definen el paisaje.
Rodeada por fiordos que serpentean entre elevadas montañas coronadas de nieve y por un mar salpicado de islas, islotes, riscos y peñones, Bergen -“la puerta de los fiordos”- es una parada obligada en cualquier periplo por Noruega. Son muy pocos los que pasan por esta población de cerca de 250.000 habitantes y no quedan prendados por los encantos de su muelle, por sus eternos atardeceres de verano o por el pausado bullicio de su mercado de pescado.
A pesar de que Bergen es la segunda ciudad más poblada de Noruega, es una ciudad abarcable a pie y muy sencilla de visitar. Todos sus puntos de interés se localizan en torno al puerto (Vågen), y están perfectamente limitados por el acuario (Akvariet), el jardín botánico (Botanisk hage), la catedral del siglo XII, y la Rosenkrantztårnet, una torre cuadrangular de piedra que fue erigida en 1560 por orden del entonces gobernador, Erik Rosenkratz.
Presidiendo el puerto, en pleno corazón de la ciudad, se encuentra el Torget, una especie de plaza donde se monta el mejor mercado de pescado de toda Noruega. La variedad de especies es enorme y la mezcla entre el olor a mar y a pescado fresco abren el apetito a cualquiera. El Fisketorget, como ellos lo llaman, es el lugar más apropiado para aflojar la cartera y darse un homenaje gastronómico en el país más caro de Europa. En verano abre todos los días, aunque el resto del año cierra los domingos.
Cualquiera que eche mano de un folleto turístico que oferte circuitos por Noruega seguramente se encuentre con una foto de un conjunto de casas de madera coloreadas y perfectamente alineadas a lo largo de un puerto. Se trata de Bryggen, el antiguo barrio de los comerciantes de la Liga Hanseática, quienes se establecieron en este lugar a mediados del siglo XIV.
En 1979, la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad a este conjunto de 62 viviendas que cuando se reflejan en el agua del puerto permiten al amante de la fotografía llevarse una de las instantáneas más pintorescas de la ciudad.
Bryggen es también el lugar adecuado para todo aquel que quiera profundizar un poco más en la historia de la ciudad. En esta zona se encuentran los museos más relevantes, como el museo Hanseático y el museo Schøtstuene, que recogen un poco la historia de los mercaderes hanseáticos. Bergen perteneció a la Liga Hanseática, una de las organizaciones económicas y políticas de mayor importancia entre los siglos XIII y XVI, y que llegó a agrupar a unas cien ciudades del norte de Europa, una especie de Unión Europea del momento.
Teniendo en cuenta que en nuestro planeta ya existen un buen número de ciudades que se asientan en torno a siete colinas –así, a bote pronto, se me ocurren Roma, Lisboa, Atenas y Plovdiv-, puede sonar a broma que Bergen también sea la ciudad de las siete montañas (de syv fjell). Para comprobar este dato, y de paso deleitarse con las mejores vistas de la ciudad, lo más recomendable es tomar el funicular Fløibanen y subir hasta la cima del monte Fløien, a 320 metros sobre el nivel del mar. Desde arriba, también se pueden emprender una serie de rutas perfectamente señalizadas por el contorno de la montaña.
La costa noruega se caracteriza por las caprichosas formas con la que ha sido moldeada. Un recorte escarpado y abrupto, que de sur a norte del país va dejando un reguero de islas montañosas que emergen con gran fuerza del fondo del océano, y de lenguas de mar que se adentran hacia el continente, formando uno de los paisajes naturales más sobrecogedores.
Bergen, bien llamada “la puerta de los fiordos”, es un campo base ideal para ir a conocer este accidente natural tan típico de Noruega. De entre los muchos fiordos que salpican la costa sudeste del país, merecen especial mención el Hardangerfjord, que comienza al sur de Bergen, y se adentra 179 kilómetros hacia el interior hasta llegar a la meseta de Hardangervidda. Y el Sognefjord, el fiordo más largo del país, y que con sus 204 kilómetros se adentra hasta llegar a Skjolden, una pequeña población de la provincia de Sogn og Fjordane, cuya traducción literal es Sogn y los fiordos, por la enorme concentración de éstos que hay en esta parte de Noruega.
Se podrían escribir líneas y líneas sobre Bergen y la región que la rodea. Sin embargo, no nos acercaríamos, ni de lejos, a expresar lo que se siente, cuando desde lo alto de las Montañas Ulvikfjord, en uno de los brazos del Hardangerfjord, uno se da cuenta de su propia insignificancia mientras observa la inmensidad del paisaje noruego. Bergen es el alma de Noruega, uno de esos sitios que ver antes de morir.