De rompe y rasga

Madrid

Para las generaciones más jóvenes, Amparo Baró siempre será recordada por esa mujer gruñona, visceral y deslenguada de la serie '7 vidas', absoluto éxito de público durante siete años en Telecinco. Como en los casos de otros grandes actores, la tele fagocitó toda una carrera y la popularidad obligó a Amparo a explicar por enésima vez a un transeunte que no, que no podía darle una colleja porque no le conocía de nada.

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Amparo Baró nació en Barcelona en en 1937, tenía 20 años cuando debutó en la primera compañía teatral, y 29 cuando creó su propia compañía. En los años sesenta, cuando el gran teatro aparecía en blanco y negro por la pequeña pantalla, la joven catalana ya se codeaba con los grandes, de Luis Prendes a las Gutiérrez Caba, de Adolfo Marsillach a Jaime de Armiñán, quien por cierto le dió numerosas oportunidades de lucirse como la gran dramática que fue. Amparo Baró hizo Las ridículas de Moliére, La calumnia, Antígona, Diálogos de carmelitas, Los buenos días perdidos, Las cosas del querer... La requerían las tablas del teatro y los set de televisión, pero también el cine, en donde deja numerosas películas, entre ellas la que le dió el Goya a la mejor actriz: Siete mesas de billar francés, dirigida por Gracia Querejeta.

Pero es que la televisión la quería, y desde aquellos Estudio 1 fue pasando por todas las etapas hasta hacer, incluso, monólogos para El club de la comedia.

"Lo que es apasionante es escuchar el silencio del teatro, esas pausas en las que no se escucha nada y que te dan la fuerza que el actor necesita para ser el vehículo de un texto", confesó una vez en la SER. Sin embargo, no renegaba de esa Sole de 7 vidas que ocupó siete años de su vida y más de 200 capítulos, y que le granjeó cuatro grandes premios de la Academia de la Televisión. Eso sí, todavía tuvo Amparo la suerte de interpretar Agosto, de dejar cada noche al público en pie y aplaudiendo y de que sus compañeros coincidieran en decir: "Es una tía de armas tomar".