Diecisiete años después
Diecisiete años han tenido que esperar los aficionados rojiblancos para poder disfrutar de una victoria como la de ayer. Una victoria que, dificilmente, será olvidada por todos los presentes.
Las miradas puestas en el terreno de juego pero de reojo apuntaban a la grada. Una grada en la que no quedaba ni un asiento libre y que desde el primer momento quiso jugar su papel en el partido. Con el himno resonando, los jugadores se encontraron con un espectacular mosaico formado por 50.000 banderines rojos y blancos nada más salir del túnel de vestuarios.Una imagen que recordaba y mucho a los noches mágicas de la Liga de Campeones de la pasada temporada.
Con la afición rojiblanca cantando al unísono los salmos habituales, comenzó el partido y, poco a poco, fueron llegando los goles mientras que la euforia se desataba en la grada. Animaron a los suyos y no perdieron la oportunidad de tirar de ironía para corear el nombre de Iker Casillas después de los dos primeros tantos. Tampoco fue un partido fácil para Cristiano Ronaldo, que cada vez que tocaba el balón escuchaba su ya famoso grito de la Gala del Balón de Oro.
El Calderón disfrutó como hacía mucho tiempo no se veía. En los últimos minutos, la afición se permitió incluso poner olés al juego del Atlético, acompañarlo con la ola y, de nuevo, acordarse del vecino con ese grito de guerra que resuena cada vez que hay derbi: "jugadores, jugadores, hemos venido a ganar, que se enteren los vikingos quien manda en la capital". No fue el único canto que se pudo escuchar, también uno que el propio Simeone comentaba en la rueda de prensa posterior al partido: "Orgullosos de nuestros jugadores". Seguramente, el sentimiento que hoy tienen los aficionados colchoneros.