La metamorfosis del campeón

Pues no fue un partido espectacular y brillante (aunque confieso que disfruté con el despliegue físico y táctico de los dos equipos), ni tampoco fue un partido para que mi sobrina de casi ocho años se aficionara de manera irracional al fútbol (aunque confieso que a la edad de casi ocho años yo devoraba todo el fútbol que caía en mis manos).

Atlético de Madrid y Valencia tenían claro ayer, que más allá de mirar el tropiezo del Real Madrid y la distancia cercana al líder su guerra era la de salir victorioso del oponente en la estrecha pelea por el tercer puesto, un lugar que da derecho a jugar de manera directa la Liga de Campeones de la próxima temporada y por consiguiente ingresar una buena suma económica para el próximo curso. Por eso pareció que se primaba el no cometer errores más que el atreverse a algo diferente que desnivelara el partido.

Entre que los locales todavía no andan muy sobrados de gasolina, que contaban con la baja de su jugador más desequilibrante en la actualidad como es Antoine Griezmann y que el Valencia venía en buena línea, ninguno de los dos sitiaron las áreas de Moyá y Diego Alves y sacaron rendimiento a sendas jugadas de estrategia que repartieron los puntos por igual, aunque el resultado dejó más satisfecho a los che que jugaban fuera de casa, que tienen ganado el goal-average a los rojiblancos y que se vieron perdidos durante casi 60 minutos.

El Atlético anda en un bache, la bajada de la curva de rendimiento de cada año, pero este año es diferente. Esa curva no le ha cogido en Almería o Pamplona como el año pasado, ni ha tenido la suerte del año pasado en Milán (bueno, la suerte y Diego Costa, que es mucho decir). Este año le ha tocado caer con claridad en Vigo, salir vivo de Leverkusen en la Champions (aunque habrá que voltear la eliminatoria) y empatar frente a Sevilla y Valencia, rivales directos por la tercera plaza, objetivo principal de los del Cholo en la Liga.

Esa curva, además, le ha pillado con sanciones en partidos importantes (Arda, Raúl García, Griezmann) y con una lesión muy importante como la de Koke, que parece volver a asomar, algo capital en los planes colchoneros. Pero sobre todo esa curva le ha pillado buscando su identidad.

El Atlético ha cambiado el estilo, intenta jugar a otra cosa ya que ha cambiado de forma contundente de jugadores en su plantilla y, claro, no es fácil.

No es fácil echar de menos a Courtois, un portero que no solo ganaba puntos con sus paradas, sino que hacía milagros, no es fácil echar de menos de Filipe Luis, el mejor lateral izquierdo del mundo la temporada pasada que daba salida en banda y defensa a partes iguales (este año han pasado por ahí Siqueira, Ansaldi, Gamez y Lucas) y sobre todo no es fácil echar de menos a Diego Costa, un futbolista que condicionaba al equipo y que desatascaba los caminos en días difíciles, como fueron los días de Vigo, Leverkusen, Sevilla, etc…

Y en esa metamorfosis se encuentra el Atlético, a nueve días de un reto importante: Vuelta de Octavos de Champions ante el Bayer Leverkusen. De superar esa eliminatoria la coraza de optimismo puede llevar muy lejos a los rojiblancos de aquí a final de temporada. De caer en el camino se puede hacer larga y difícil la metamorfosis del campeón de Liga, que lo sigue siendo, que a nadie se le olvide…