Ocio y cultura

De paseo por la Costa Este: Filadelfia y Washington

Cuando alguien se plantea un viaje por la Costa Este de los Estados Unidos parece que Nueva York lo eclipsara todo. Pero si echamos la mirada al sur de la isla de Manhattan, apenas a 2 ó 3 horas en coche, autobús o tren, se puede iniciar una ruta fabulosa con nuevos horizontes en un país que tiene mucho para ofrecer, más allá de la Gran Manzana. Una ruta por ejemplo desde la histórica ciudad de Filadelfia hasta la capital del país, Washington, Otro trozo de los EEUU en el que a fuerza de tanto verlo en el cine, parece que lo conocemos de memoria pese a no haber estado nunca.

Entre Nueva York y Filadelfia hay tan sólo un par de horas en autopista. Nos encontramos una ciudad muy diferente que, sin descuidar su skyline en la zona financiera, nos atrapa en los viejos edificios de ladrillo de su casco viejo que trae al recuerdo un pedacito de las islas británicas. El colonialismo arquitectónico se contagia en aquellos lugares que fueron esenciales para la declaración de independencia de los Estados Unidos, así como en sus primeros pasos en solitario.

En Independence National Historic Park tenemos las campanas de la libertad, que sonaron al proclamarse la independencia del nuevo país, y el Independence Hall en la que se firmó aquel logro, así como su primera Constitución. Visitas que son totalmente gratuitas y que merecen la pena.

Caminando hacia la Old City parece nos encontremos en un barrio perdido de Londres o Liverpool. Filadelfia es la ciudad que más edificios históricos conserva, muchos levantados en tiempos en los que Estados Unidos era una colonia inglesa. Recomiendo no perderse Elfreth's Alley, la calle más antigua del país (1702) que tiene un encanto muy especial.

Pero otra manera de vivir Filadelfia es a través del cine, por lo que subir corriendo las escaleras del Museo de Arte es ser fiel a un personaje y a toda una saga… Rocky Balboa. Es allí donde se rodó la mítica escena del boxeador en un entrenamiento callejero en el que termina saltando justo al final de esas escaleras que ya son inmortales. No hay quien se escape de imitar a Sylvester Stallone en el papel de su vida.

A una hora de Filadelfia, justo al sur, llegamos a Washington D.C, una ciudad planificada desde su fundación para ser capital de los Estados Unidos de América. En el siglo XVIII y bajo el nombre del primero de sus presidentes emergió a orillas del río Potomac el centro político y administrativo de una nación moderna que terminaría siendo la gran potencia mundial. Es, por tanto, una ciudad a medida de su funcionalidad y su condición de sede de toda clase de administraciones y organismos políticos. Con una población que trabaja mayoritariamente para el país y un turismo que gusta peregrinar a símbolos patrios, Washington es en sí un icono de la corta pero intensa historia de los Estados Unidos.

Lo mejor de todo es que se pueden visitar los principales monumentos sin gastar un solo dólar. En el National Mall, que conviene recorrer en su máxima expresión, se encuentra la mayor densidad de monumentos, museos y lugares de interés de la ciudad. Allí está el obelisco, el capitolio, los monumentos a los caídos en la II Guerra Mundial, Corea o Vietnam y el precioso Memorial de Abraham Lincoln, con la estatua sentada del presidente que tantas veces hemos visto en el cine. Aunque si nos vamos fijando nos toparemos con la figura de Martin Luther King, o a Jefferson… Es un memorial de presidentes y personajes esenciales en la historia del país.

Pero además de los memoriales patrios lo mejor para el visitante resulta ser la cantidad de fabulosos museos subvencionados 100% por la Institución Smithtsonian. De Historia, de Arte, de Naturaleza y un largo etcétera (hasta veinte) que nacieron de la idea de un personaje, Smitshon que, sin haber estado jamás en el país, donó una inmensa fortuna para mantener un ideal fiantrópico que garantizara “el aumento y difusión del conocimiento entre los hombres”. El único requisito ha sido y es que el público no tenga que pagar por ver ninguno de los Museos Smithsonian. Algo que todos los visitantes agradecemos. Y estamos hablando de algunas de las mejores colecciones museísticas del mundo.

Para el final dejamos la Casa Blanca desde el otro lado de la verja sobre la que se coloca tanto la prensa como los curiosos que se asoman a ver si ven a Obama paseando a los perros. La mansión colonial sobre la que se sustentan los Estados Unidos de América es otro de esos lugares que sin haber estado, parece que nos la conozcamos de memoria.

Eso es precisamente lo que tienen Washington así como otros rincones de la Costa Este de USA, que nos son familiares mucho antes de llegar. Por eso cuando nos situamos frente a ellos tenemos esa sensación de emociononante dejà vu.

 
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