¿Sólo objetos bellos?
La Fundación Juan March acoge la muestra 'El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935' que reivindica la importancia del art déco en la historia del arte moderno
Madrid
1926. El director de cine vienés Fritz Lang estrena su película Metrópolis. En contraste con los escenarios que habitan los obreros, las clases altas viven rodeadas de objetos y muebles muy bellos. Son de estilo art déco.
Déco es la apócope del francés decoratif. Un adjetivo por el que el art déco ha sido despreciado por la historia del arte, por el canon, convirtiéndolo en una especie de exiliado en cualquier manual y en los museos de arte contemporáneo. Estas son algunas de las razones, según Manuel Fontán del Junco, director de exposiciones de la Fundación Juan March y comisario de esta muestra: "Primero, porque era decorativo, y el arte moderno quería entenderse como un fin en sí mismo; segundo, porque no era tan radicalmente nuevo como querían ser las vanguardias históricas, que se desembarazaron del pasado; tercero, no tenía agenda política o, por lo menos, no tenía una agenda política utópica y revolucionaria; y, por último, gran pecado, el art déco, a diferencia del arte moderno, se dice que estaba demasiado ligado al mercado, era demasiado mercantil, estaba demasiado pendiente de gustar, del público".
La exposición 'El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935' es la primera exposición de este tipo en España, en un espacio que no sea un museo generalista o de artes decorativas, sino dedicado al arte moderno. "Esta no es una exposición de artes decorativas, aunque en ese campo sea incomparable, sino una reflexión sobre su interés y complejidad cultural en el arte moderno", señala Fontán sobre "el último estilo total de la historia".
La muestra de la Fundación Juan March reivindica otra lectura de este movimiento a través de 350 objetos de 122 artistas, piezas radicalmente bellas creadas para seducir. Objetos que evidencian la fascinación de sus creadores por lo exótico, por las máquinas, la velocidad, los viajes o aquellos enormes trasatlánticos como el Normandie. "Hemos mezclado de una manera bastante desvergonzada a Picasso con Juan Gris, hemos mezclado muebles con joyas, joyas con cristal, lámparas con pitilleras, coches con butacas y muebles bar con esculturas".
La exposición se organiza en ocho secciones, cronológicas y temáticas, que buscan los orígenes del art déco en el París de la primera década del siglo XX, revisa el cubismo como una de sus fuentes y ofrece una panorámica del lujo y la funcionalidad de los interiores franceses de los años veinte.
Después, la muestra recorre la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París en 1925 con objetos "hechos para la seducción, el consumo y la creación de nuevos hábitos sentimentales, corporales e intelectuales", es decir, moda, perfumería, complementos u objetos decorativos.
Por cierto, esta muestra apunta que esas mismas razones que expulsaron al art déco de los libros de arte son las mismas que se podrían aplicar al arte moderno de hoy día: bienes de consumo adaptados a la lógica del mercado.