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Ricardo III, enterrado para la posteridad cinco siglos después su muerte

La tumba del último monarca de la dinastía de los Platagenet ha sido instalada en la catedral de Lelcester, en donde se ha celebrado su funeral

Fotografía de la catedral de Leicester en la que se muestra el ataúd con los restos mortales de Ricardo III durante su funeral. / WILL JOHNSTON (EFE)

Londres

William Shakespeare nunca habría imaginado que uno de sus personajes más pérfidos sería un día enterrado en olor de multitudes, entre honores y gloria. La tumba de Ricardo III, el último monarca de la dinastía medieval de los Platagenet, ha quedado instalada en el ala Este de la catedral de Leicester.

Allí ha tenido lugar su funeral, una gran ceremonia presidida por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, oficiada entre salmos y cánticos. “Retornamos los huesos de vuestro servidor Ricardo a su sepultura”, ha declarado el prelado. Welby reconoció el carácter excepcional de la ocasión “un tanto surrealista”. Los restos de último monarca inglés, que murió en el campo de batalla, fueron hallados en el año 2012 bajo un parking municipal de la ciudad. Habían trascurrido 530 años desde que perdiera vida en la Guerra de las Rosas. Tenía 32 años y su reinado había durado apenas dos.

Pasó a la historia como un tirano cruel, un ser despreciable que asesinó a sus sobrinos para hacerse con la corona. Una escoliosis le deformaba la espalda y Shakespeare, siglos después de su muerte, contribuyó con la obra que lleva el nombre del difunto, a la leyenda negra que le persigue.

Pero su inesperada reaparición en el siglo XXI ha sido un gran éxito clamoroso. El domingo 35.000 personas se apiñaron en la calles de Leicester para ver pasar el cortejo fúnebre que condujo su féretro a la catedral. En los tres días posteriores, otras 20.000 desfilaron ante sus restos expuestos en el templo. En el funeral había 200 invitados con algunos descendientes del soberano, como el carpintero canadiense Michael Ibsen, que construyó el ataúd, y la investigadora australiana, Wendy Dulding. A su lado, representando a la monarquía, estaba el duque de Gloucester y Sofía, la condesa de Wessex, nuera de Isabel II.

La reina envió un mensaje, “rindiendo homenaje a un rey que vivió en tiempos turbulentos”. La ceremonia concluyó con un poema leído por el actor Benedict Cumberbatch, pariente lejano del finado, quien próximamente encarnará en una serie de la BBC a Ricardo III.

 
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